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Ferrando tiene faena

25/02/2016
 Actualizado a 07/09/2019
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Es tan viejo como el propio fútbol. Se acerca el final de la temporada y las victorias se reciben con alborozo y las derrotas dejan heridas. Parece profunda la de la Cultural después de su asombroso desplome. Al descanso se fue un equipo entero y de Villaviciosa salió un conjunto inmerso en un mar de dudas.

Los aficionados, pocos, la tomaron con el entrenador, los directivos, la mayoría, siguen alarmados por la involución y en la propia caseta, como manda la tradición, unos hacen autocrítica y otros se cuestionan por qué no fueron ellos los elegidos. Hay pocos seres más egoístas que el jugador de fútbol.

La Cultural tiene dos trayectorias: la clasificatoria y la del juego. En la primera, poco que reprochar. En la segunda, no hay reacción. La percha en la que se había sujetado cedió. Esta vez la defensa no ejerció de paracaídas y los errores individuales, de bulto, pero poco frecuentes, acabaron con las aspiraciones de victoria. No pregunten por el ataque. Ni está ni se le espera, salvo profunda metamorfosis que debe iniciar el propio entrenador.

Llega la hora de Juan Ferrando. Avalado hasta el momento por la regularidad y dos meses de buen juego, el técnico debe tomar decisiones para no cavar su propia tumba. Le están esperando a la vuelta de la esquina, como él bien sabe. Hace tiempo que no da con la tecla. El quita y pon en el lateral izquierdo chirría. Es lo que tiene abusar de los parches, tapan el agujero durante un tiempo. De repente la apuesta por los dos delanteros, tan eficaz dos semanas atrás, dejó de tener sentido en otro escenario que pedía menos florituras y más presencia en el área rival. Además, a Ferrando se le medirá su mano derecha para encauzar la situación de Iosu Villar. El técnico saca el capote para lidiar un Mihura, no por la talla del Compostela y sí por lo que se juega.

Tiene faena y seguirá soñando con abrir la puerta grande. Otra cornada sería letal.
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