Fernando Moreno, un hombre bueno

Por Omar Rodríguez Bulnes

Omar Rodríguez Bulnes
18/05/2023
 Actualizado a 18/05/2023
Fernando Moreno toma posesión como alcalde de Riaño en el año 2015. | L.N.C.
Fernando Moreno toma posesión como alcalde de Riaño en el año 2015. | L.N.C.
Corrían los años 90 y una terrible noticia nos amargaba el verano. Un nuevo guarda había llegado al valle para truncar nuestros veranos de libertad armados con nuestras escopetas de perdigón. Este guarda era tan sólo un veinteañero flacucho y moreno recién llegado, pero qué de tardes nos hizo pasar escondidos en cuadras o portaladas esperando que terminara su turno y así ver pasar su coche de regreso a su casa.

Ese guarda terminó enraizando y creando su familia y hogar en Riaño, se adaptó tan bien que terminó siendo el alcalde de la localidad. Y precisamente, dejando aparte las tardes de verano que nos amargó en la juventud , quisiera hablar sobre su etapa de alcalde. Quizás no sea lo más políticamente correcto hablar bien o halagar a alguien de otro partido, pero en este caso creo que debo hacer una excepción, porque él se lo ha ganado.

Lo que más admiro en política y más valor demuestra a mi entender es, cuando crees que los tuyos no lo están haciendo bien, volverte contra ellos y plantarles cara. O al menos decir y reconocer que no se está haciendo bien. Y esto, en mi presencia, lo demostró Fernando Moreno.

Fue hace unos años gracias a un grafiti de protesta en la fachada de la Casa del Parque. Empezamos entonces la batalla por darle sentido a este Parque Regional que compartimos, que no tenía ni siquiera un nombre reconocible y del que la Junta de Castilla y León se había olvidado. Comenzamos por reunirnos todos los alcaldes en el salón de plenos de Riaño y en vista de posibles «donde dije digo, digo Diego», hicimos un texto para plasmar nuestras reclamaciones como paso previo a la reunión con el consejero, que se iba a dignar a visitarnos para calmar los ánimos y traernos unas golosinas que nos dejaran tranquilos.

¡Oh, qué sorpresa! En el momento que Fernando Moreno (alcalde de Riaño) comenzó a leer ese texto, a todos les había entrado de repente una amnesia galopante, ya nadie recordaba ese texto ni la reunión mantenida previamente.

De esa reunión nos fuimos con una propinilla, el cambio de nombre del parque, un concierto todos los años en verano en Riaño y un trocito de empanada con la que nos halagó el consejero. Por eso, por un trozo de empanada y un concierto, vendimos nuestros ríos, montañas y valles.

Para mí, aquel día, Fernando Moreno demostró que ya no era el guardabosques que me quería quitar de niño la escopeta de perdigón, sino que podría ser un buen alcalde.

En mi época universitaria, para sacarme un dinerillo, trabajé ocho veranos conduciendo el barco turístico por el pantano de Riaño. En aquellos años, estaba yo solo en el embarcadero. Amarraba, conducía, vendía tiques y también alquilaba pedaletas o canoas. Riaño sólo era entonces un punto de paso para ir a Picos de Europa. Si este verano tienen tiempo, pásense por el embarcadero y verán que para lo que yo hacía solo ahora hay unas 10 personas. Todo rebosa vida y prosperidad económica ahí abajo.

Riaño ha evolucionado, ha crecido y se ha transformado en el lugar de moda de la provincia. Evidentemente, esto no ha sido por casualidad y para que haya pasado se han tenido que reunir varios factores, pero, pese a quien le pese, el motor de este cambio ha sido Fernando Moreno, que este 28 de mayo se retira y deja su puesto de alcalde.

A mí siempre me ha gustado la historia y aquí en la montaña hace siglos teníamos una forma de gobierno a través de los «hombres buenos». No se me ocurre un adjetivo más bonito ni un piropo mejor. ¿Acaso te pueden llamar algo mejor que hombre bueno? Pues para mí, y por mi experiencia en estos años. Fernando Moreno, ha sido un hombre bueno.
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