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Felicidad pura

23/05/2018
 Actualizado a 15/09/2019
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No hay más que verles en los momentos previos a subir al avión. Están nerviosos, miran con una mezcla de temor y ansiedad por sentir una experiencia única en la vida que pocos han podido disfrutarla, así que ellos van a ser unos privilegiados. Pero también es la única forma de tener acceso a unas sensaciones que todos tenemos asimiladas pero perderlas es más habitual de lo que parece. Porque ver cómo personas con silla de ruedas pueden volar durante un cuarto de hora es una experiencia digna de recordar para siempre. Sus ganas por sentirse sin barreras, sin obstáculos, se les notaba ayer desde que estaban en la explanada junto a la pista del aeródromo de La Virgen del Camino. Más allá de que estos residentes en el CRE puedan sentirse libres por unos minutos, con la única compañía del piloto, que casi les hacía un vuelo a medida, verlos en el aire es una oportunidad para acercarnos a ellos los que poco sabemos de cómo es la vida de estas personas. ¿Se imaginan cómo tiene que ser que una grúa sea la que les introduce en el avión? Y antes de todo esto, ¿cómo es recibir la noticia de que ya jamás volverás a andar, de que siempre tendrás que moverte en silla de ruedas? ¿Sabemos cómo duermen, lo difícil que es evitar los problemas asociados a la falta de movimiento? ¿Será fácil moverse por unas calles preparadas solo y exclusivamente para coches y viandantes? ¿Nos hemos puesto alguna vez en su lugar? Y lo más preocupante: ¿alguna vez disfrutamos como ellos ayer?
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