Falta la bolsa del pan

26/11/2020
 Actualizado a 26/11/2020
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Hay otra forma de vivir. En la foto está, en las botas, la bolsa y el gato. Tal vez falte la fardela para el pan, tal vez hoy no venga el panadero o ya ha pasado y la han recogido, con la hogaza que durante dos días será pan y otros tantos sopas de ajo.

Las botas allí posadas esperan a que salga el dueño de la casa, en zapatillas. Se las quitará, las pondrá a resguardo y meterá los pies con calcetines de lana de verdad en las botas de goma para coger la bicicleta e ir a regar o a sacar el abono de la cuadra. Un manguerazo al acabar y la goma lucirá como nueva.

El chaval dejó la bolsa allí al regresar de la escuela y marchó corriendo para la plaza, a jugar al escondite o tres marinos a la mar. Si entra todo se complica, hay que merendar, te preguntan por los deberes, sube a lavarte y cuando te das cuenta se va haciendo de noche ¿Para dónde vas ahora con lo frío que se está poniendo?, es la terrible frase materna que acaba con todos los planes del chaval, por eso los pone en marcha por su cuenta. Total por una bronca... y una bronca de madre casi ni es riña.

Completaría la estampa alguien que salga a la calle con bata guateada, a comprar al ambulante y charlar un rato con la vecindad. El gato dejará de husmear entre las hojas del otoño y los restos que acumula el viento para caminar a su lado, sabe que siempre cae algo de los bolsos de la bata.

Hay otro forma de vivir.

No es mejor. No es peor. Es otra, en la que las botas se dejan en la puerta, las mochilas en el suelo, los gatos a lo suyo y los niños en la plaza. Algunos la han redescubierto ahora y se les ha disparado la nostalgia. Tampoco es eso. Sólo es otra forma de vivir.
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