Fallece Maño, leyenda de raza en la Cultural de la edad de oro

Fue un racial defensa central del equipo más recordado, en los años 70 en Segunda División, con los Ovalle, Villafañe, Marianín...

Fulgencio Fernández
13/09/2021
 Actualizado a 13/09/2021
El once más recordado con Bernardo, Godoy, Maño (tercero por la izquierda arriba), Paredes, Piñán, Roldán, Ovalle, Villafañe, Mariano, Larrauri y Zuazaga.
El once más recordado con Bernardo, Godoy, Maño (tercero por la izquierda arriba), Paredes, Piñán, Roldán, Ovalle, Villafañe, Mariano, Larrauri y Zuazaga.
Todo culturalista, de cierta edad, que se precie lo demuestra recitando de memoria la alineación más recordada del equipo, la de aquella edad de oro de los años 70 en Segunda División cuando se coqueteaba con los puestos de ascenso y, sobre todo, era un equipo de puro espectáculo, de ataque y muchos goles. Este lunes, al saber que murió Maño, serán muchos los que la repitan: Bernardo, Godoy, Maño, Paredes; Piñán, Roldán; Ovalle, Villafañe, Marianín, Larrauri y Zuazaga... Y en aquel equipo de ataque, con un Jabalí del Bierzo (Marianín) que fue con la Cultu el máximo goleador nacional y después Pichichi en el Oviedo, nunca faltarán unas palabras entrañables para el defensa central, Maño, pura raza y entrega. Ovalle siempre cuenta una anécdota: «Era el capitán en el campo, llevara el brazalete o no, quien animaba, mandaba... Si veía falta de entrega en alguien la bronca que te podía meter al descanso es de las que hacían época; pero nadie se mosqueaba porque Maño no pedía nada que él no diera, se entregaba a muerte».

Ovalle: «Era el capitán aún sin brazalete, si veía falta de entrega te metía un repaso en el vestuario» Si cada campo guarda recuerdos, sonidos, imágenes... en los de la vieja Puentecilla no puede faltar el sonido de aquellos balones de cuero duro, cargados de agua, que golpeaban como piedras... y al saque del portero rival acudía Maño sin freno, retumbaba en todo el campo y la grada se levantaba agradecida. Nadie como Maño tenía la capacidad de levantar de sus asientos a los aficionados. Se decía que la calva era de despejar sin miedo aquellos balones «de piedra».

Maño, de nombre José María González, llevaba ese apodo por haber nacido en Calanda (en alguna crónica se habla de El Titán de Calanda), el pueblo de Buñuel y donde se hacen sonar los tambores toda la noche; pero llegó a la Cultu desde el fútbol asturiano, después de jugar en el Sporting y Avilés. Llegó a León en 1966 y se metió a la afición en el bolsillo siendo el jugador que más partidos disputó (32), como lo fue nuevamente en 1971 (38), siendo siempre titular y hasta goleador. Dejó un recuerdo imborrable en León y él jamás olvidó a León. Acaba de fallecer, a los 78 años, después de una larga y cruel enfermedad que le borró sus recuerdos de aquellas gestas en el Amilivia. «En sus ratos de lucidez siempre hablaba de la Cultural», dicen en su familia; lo que nos ayuda a ver lo que perdimos.
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