18/05/2023
 Actualizado a 18/05/2023
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Faltan pocas semanas para que empresas y partidos políticos cambien sus colores corporativos por los del arco iris. Pero antes de que llegue junio con su Orgullo, ayer era el Día Internacional Contra la LGTBIfobia, ‘celebrando’ que hace 33 años que la homosexualidad dejó de ser una «enfermedad curable». Era, quizás, el día más reivindicativo para las personas queer, pero León no se ha enterado. Sí lo sabían en cambio, todos los que han recibido alguna vez un grito de maricón, bollera y demás perlas de las que hoy, afortunadamente, se adueña el colectivo.

En esta ciudad, un pequeño picnic organizado por Rebelión Feminista, en colaboración con la asociación Arwen, fue el único gesto visible de esta reivindicación. De los candidatos a la alcaldía en la capital, solamente estuvo Nael Blanco de Podemos. La campaña es dura, supongo, para los políticos, pero esta vez se les ha escapado un día clave. Ya sabemos que este León no es Madrid y no veremos conciertos con drag queens ni activistas de género en mítines políticos, pero al menos, un gesto, algo. Una muestra de apoyo en una ciudad en la que basta con acercarse a un instituto para escuchar barbaridades entre las nuevas generaciones. Porque asusta volver atrás. Quizás, en lugar de cargar día tras día contra los grafitis que ensucian la ciudad, podríamos dedicar esfuerzos a pensar que hay ciertas personas y actitudes que sí que afean de verdad la integridad de los demás.

Esta Comunidad fallida lo es también en materia de género, puesto que es la única de España, junto al Principado de Asturias, sin una legislación específica en esta materia –al menos los vecinos asturianos están tramitándola–. Sin garantía legal y sin un observatorio de delitos de odio por homofobia no hay seguridad. Si no hay datos, siempre pueden decir que no existen tales casos. La realidad, sin embargo, es otra. Mientras andas con tu pareja por un barrio de León, puede que oigas un grito de maricón y te girarás, pero ya será tarde. Son rápidos, son efectivos. Han logrado su objetivo: minar tu moral. Nos dicen: «pero hombre, la homofobia está superada». Respondamos entonces que las fachadas impecables, lujosas y sin grafitis puede que oculten algo sombrío y dañino en su interior.
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