26/03/2021
 Actualizado a 26/03/2021
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Dicen los medios que el otro día levantaron una manta en una nave de Italia y se encontraron con 29 millones de vacunas, como el que saca el abrigo de entretiempo (lo que en León más o menos corresponde con un par de días al año) y se encuentra una moneda de 2 euros, motivo de felicidad para todo el día.

El caso es que cuando uno lee estas cosas se pregunta sin remedio si es que de verdad queremos salir de esta de una santa vez. Entiendo yo que en unas circunstancias como las actuales no puede existir una empresa que después de haber sacado un producto gracias a la inversión pública de toda una Unión Europea sea capaz de incumplir los acuerdos que firmó para su distribución con la única excusa de aumentar su beneficio económico vendiendo al mejor postor esa partida ya comprometida.

Ahora que está muy de moda a buen seguro me van a llamar comunista, pero... ¿no está más que justificado en las circunstancias actuales y después de numerosos avisos liberar una patente lograda en gran medida desde la inversión pública y ponerse a producir con todos los medios que lo permitan? ¿Vamos a seguir poniendo en riesgo a millones de personas para salvar el beneficio económico de cuatro empresas subvencionadas? Claro que visto lo visto, igual llega el momento de tener vacunas para todos y que la gente no quiera ponérselas... después de mirar a la etiqueta.

Porque los pijos ahora ya no solo miran la marquita del polo, el pantalón o el coche... también de la vacuna que les van a poner. «Ay no, yo esa de AstraZeneca no me la pongo». A la etiqueta del garrafón de la discoteca de Mallorca por la que pagó 60 euros de entrada no miró.

Calculo que entre negacionistas y la evolución última del pijo, los treintañeros estemos vacunados antes del verano. Y miren, ya hay ganas.
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