28/11/2021
 Actualizado a 28/11/2021
Guardar
En la escena de las escaleras de ‘El acorazado Potemkin’ –que es una cosa que siempre da prestancia cuando se mete en los textos–, los militares que provocan la matanza no tienen rostro. Son botas, bayonetas o cogotes con gorra, pero no caras con gestos de regocijo o arrepentimiento. El cineasta Serguéi M. Eisenstein quería que los soldados del zar fuesen como una máquina deshumanizada para enfatizar la lucha de opuestos, el mal contra el bien, la crueldad contra la inocencia del niño asesinado y la anciana acribillada.

A veces no interesa poner caras, ni nombres, ni apellidos. Lo vemos estos días con la palabra ‘experto’. Según la RAE es, dicho de una persona, aquella «especializada o con grandes conocimientos en una materia» o bien «práctica o experimentada en algo». Vemos cómo aparecen continuamente en los titulares de los medios aconsejando mayores restricciones para luchar contra el coronavirus, o bien alertando (alarmando, más bien) sobre nuevas variantes o, ya incluso, echando la ‘peta’ a las masas por su ‘irresponsabilidad’ o ‘egoísmo’ por determinados comportamientos en la pandemia.

A veces aparecen en forma de ‘comité de expertos’, como en la canción de Los Planetas, que es otra cosa que da igualmente empaque. Otras veces sí que tienen nombre y apellidos, pero resulta que el plural está mal usado y se trata del mismo epidemiólogo de siempre, que viene a decir lo que interese oír en ese momento. Pero en la mayoría de las ocasiones no se sabe nada de quién hace esas afirmaciones de consecuencias tan importantes.

Se ha visto estos meses, cuando los poderes políticos se han apoyado en los supuestos dictámenes de estos entendidos para restringir libertades o aprovechar la situación para colar otras historias en función de sus intereses personales. «Ojo, que no es que lo diga yo, que lo dicen estos payos que saben bastante más que yo de estas movidas», señalan con el dedo estos poderes. ¿Y a dónde señalan? Pues no se sabe muy bien, porque parece que no hay nada allí. Lo confesó el propio Gobierno, que bueno, que comité, comité, lo que se dice comité…

El experto nos permite externalizar la rendición de cuentas. También depositar la confianza fuera. Si lo dicen otros señores (aquí el masculino plural parece que nunca está mal usado) que saben mucho más de todo que nosotros eso significa que debemos desenchufar nuestro sistema de alertas y de sentido crítico. Pero la Historia nos dice que cuando eso ha sucedido los únicos beneficiados han sido los que mandan. Los que piden que hagamos caso a ‘los expertos’.
Lo más leído