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Exiliados tributarios

04/02/2021
 Actualizado a 04/02/2021
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La dictadura informativa de la Covid-19, que nos lleva alienando desde hace ya demasiados meses, se ve sorprendida en ocasiones por algunos temas que le roban cierto protagonismo. No es algo que suceda muy habitualmente, pero cada vez que se produce, adquiere forma de recordatorio de que en nuestro país hay algo más allá de la Covid-19 y de sus vacunas. Uno de los últimos ejemplos de este hecho ha sido la polémica generada por el anuncio del famoso youtuber El Rubius de trasladar su residencia a Andorra.

Como era previsible, las redes sociales y los medios de comunicación se han llenado de palmeros y de justicieros por igual, dando lugar a una confrontación de la que al menos tendríamos que intentar sacar alguna reflexión o enseñanza de enjundia, más allá de que El Rubius para algunos sea un Dios virtual y para otros el mismísimo Judas. Fíjense si el tema ha provocado ruido que hasta la Agencia Tributaria se ha pronunciado al respecto. Y no sé a ustedes, pero el sólo hecho de escuchar esas dos palabras, al que les escribe se le corta la respiración.

En la batalla virtual y mediática iniciada tras la confesión de El Rubius han sido varios los aldabonazos que se han repartido unos y otros empleando mensajes rebozados en manipulación e incluso en mentiras. Quizás por este motivo, centrándonos en esas proclamas que intentan desviarnos de la verdad, consigamos llegar a ella, o al menos, acercarnos, que en los tiempos que corren no es poco.

Lo primero que hay que aclarar es que Andorra no es un paraíso fiscal. España dejó de considerarlo como tal en 2011 y la UE hizo lo propio en 2018. Eso sí, la gran pequeña diferencia es que en Andorra el máximo impuesto sobre la renta puede alcanzar el 10%, mientras que en España ese porcentaje sube hasta el 47%. Pero cuidado, no caigamos en el error de criminalizar el sistema español. A ver si es que ahora El Rubius y sus amiguetes van a adquirir la figura de ‘exiliados tributarios’. Ya saben, para algunos ahora lo de ser exiliados está a la orden del día. El Rubius y compañía tienen libertad de movimiento para cambiar su residencia a donde les plazca y es lícito hacerlo tanto por motivos personales como económicos, pero lo que es trampa es autodenominarse víctima del sistema para escapar fuera de nuestras fronteras. No pasa nada por reconocer que ‘la pela es la pela’. En esto los viejunos, los millenials y el resto de generaciones más recientes coincidimos.

He escuchado a algún youtuber decir que se ha iniciado una caza de brujas contra ellos desde los medios de comunicación tradicionales, empleando el adjetivo tradicional como algo despectivo, cayendo en el mismo error que es a todo lo nuevo imprimirle un barniz de insignificancia y de moda pasajera. Se ha argumentado que la reacción de dichos medios de comunicación está alentada por el miedo a perder el poder que tenían en detrimento de nuevas plataformas como YouTube. Esto carece de fundamento porque esos mismos medios también se hicieron eco anteriormente de mudanzas tributarias de deportistas, artistas, empresarios, etc. Por lo tanto, lo más adecuado sería huir de ese victimismo, ya que le aporta unos matices poco favorecedores a lo que en principio es una decisión personal y legal.

Esto no es una guerra, como algunos han querido hacernos ver, entre lo viejo y lo nuevo, entre el pasado y el futuro. Es algo mucho más simple, es el dilema entre la búsqueda únicamente de la riqueza personal o también de colaborar en el mantenimiento del estado de bienestar de los otros. Son dos decisiones respetables, siempre y cuando se cumpla la ley vigente. Lo único que tengo claro es que los youtubers, deportistas, artistas y empresarios que deciden tributar fuera de España no son las víctimas y tampoco tienen por qué justificar sus decisiones. Lo único que sí se les puede exigir es coherencia y no sentirse los ofendidos, cuando alguien les afee algún comentario o acción en la que quieran dar ciertas lecciones de moral y de ética.
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