¡Exención de impuestos para Amancio Ortega ya!

Óscar Ramos
28/05/2019
 Actualizado a 12/09/2019
Si alguien albergaba alguna duda acerca de la verdadera motivación del socialismo, esta semana la habrá podido disipar definitivamente. Los humanitarios del «socialismo del siglo XXI» enarbolan la bandera de la defensa de los pobres, de los parias de la tierra, de los más desfavorecidos. Una persona que donase a la sanidad pública varios cientos de millones de euros para maquinaria de última generación en el tratamiento del cáncer, debería ser tratada bajo ésta lógica como un auténtico héroe. Y sin embargo, Amancio Ortega ha sido objeto de las más duras críticas precisamente por hacerlo. ¿Su pecado? Ser un empresario de éxito.

El socialismo no busca la salida de la pobreza de los más pobres; pretende asegurarse de que nadie consiga salir de ese umbral mediante el telón de acero del igualitarismo. Cuando alguien consigue, a través de su trabajo, tiempo y esfuerzo, salir de forma independiente y emprendedora de la pobreza y enriquecerse, recibe el odio de la izquierda. Y cuando alguien lo consigue de forma sobresaliente, atrae el odio de forma similar. ¿Por qué? El origen de la riqueza material es el uso objetivo de la mente, el esfuerzo sistemático en focalizar la atención y convertir el esfuerzo cognitivo en un hábito subconsciente. Los beneficios de este tipo de mentalidad no sólo son económicos; fundamentalmente son de tipo psicológico: producen autoestima. Por su parte, el hábito mental contrario, la desfocalización sistemática de la mente, producen el efecto análogo: la falta de autoestima. Y esta laguna se manifiesta con un síntoma inequívoco: el odio hacia los que sí la tienen. Por ello la izquierda intenta camuflarla bruma mental haciéndola pasar por el «déjate llevar» del folclore hippie y el odio a los eficientes edulcorándolo como «preocupación por los desfavorecidos».

Muchos son los que intentan justificar ante la cultura de hierro progre la riqueza privada de Amancio Ortega con el argumento colectivista de que aporta mucho a la sociedad con sus impuestos. Pues bien, desde estas líneas defiendo la siguiente propuesta: Amancio Ortega debe de ser eximido inmediatamente de cualquier tipo de pago de impuestos. Y no por las donaciones privadas que realiza, si no porque resulta ofensivo para la verdadera justicia (sin ningún epíteto orwelliano de «social», por favor) que una persona que dedica tanto esfuerzo, talento, inteligencia y creatividad en crear una estructura productiva de la que se benefician miles de trabajadores y millones de consumidores tenga que, como si de un tipo de maquiavélica «compensación» se tratase, pagar después unos impuestos que encima son draconianos. Y extiendo de hecho esta propuesta para cualquier persona que sea capaz de generar con su negocio un millón o más de euros en beneficios. Si alguien consigue ese dinero en (obviamente) un contexto de libre mercado, nos encontramos sin duda ante un verdadero héroe social por lo que implícitamente ha conseguido paralosdemás,porsupuestonobajolaóptica humanitaria progresinobajolaóptica verdaderamente humanista y ética. Háganse la siguiente pregunta: ¿En manos de quién prefieren un millón de euros: de un político o de Amancio Ortega?

Óscar Ramos es miembro del Club de los Viernes
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