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Evaluación de esta Semana Santa

06/04/2021
 Actualizado a 06/04/2021
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Guste o no guste, a unos más que a otros, la Semana Santa es algo propio de los cristianos, que celebran la muerte y resurrección de Jesús. Algo parecido a lo que sucede a los musulmanes con el Ramadán. Otra cosa es que para muchos se ha convertido simplemente en unos días para tomarse unas vacaciones. Pero, dado que desde tiempo inmemorial el pueblo fiel intentó con mucho arte y devoción sacar a la calle representaciones artísticas de los misterios de la pasión, se fue creando una rica tradición en principio religiosa, pero también cultural.

Los cristianos más maduros, sin despreciar las procesiones, siempre han dado más importancia a las celebraciones litúrgicas. O sea, que han surgido tres formas de celebrar esta semana grande del año: sin referencia alguna a la fe, turismo religioso mezclado o no con religiosidad y finalmente están los que al menos intentamos tomar en serio la muerte y resurrección de Jesús. Otro tanto pasa con la Navidad.

Ello ha dado pie a que más de uno lamente la pérdida del sentido cristiano y el olvido de las raíces más profundas de estas celebraciones. Pero hete aquí que el año pasado se truncaron las vacaciones y las procesiones, y las puertas de las iglesias tuvieron que permanecer cerradas. Realmente los meses de confinamiento parece ahora que solo han sido un mal sueño. Encerrados en casa sin apenas poder salir, colegios cerrados durante meses, imposibilidad de ir a un restaurante o a un bar... y muertes y más muertes. Los campos de fútbol vacíos, las fiestas suprimidas, las orquestas en silencio. Y todo esto a nivel mundial. Parecía imposible que en pleno siglo XXI la humanidad pudiera pasar por semejante crisis.

La pregunta que muchos nos hacemos es si esto habrá servido para algo, si habrá sido una cura de humildad o un estímulo para un cambio a mejor. No cabe duda que, aunque la situación sigue siendo muy delicada, es una alegría muy grande, por ejemplo, ver que han vuelto a abrir los bares y que se vean animadas las terrazas... Pero, la constatación de nuestra fragilidad y el hecho mismo de ver la muerte tan cercana, ¿nos habrá hecho tomar más en serio la Semana Santa, por eso de que si Jesucristo no resucitó, nuestra vida y la vida de los que han muerto no tiene sentido? ¿Seguimos tan exageradamente apegados a las cosas de la tierra como si no fuéramos a morir nunca? Ahora que de una forma u otra nos ha tocado sufrir, ¿somos más sensibles ante el sufrimiento de los otros?
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