Imagen Juan María García Campal

¿ETA pide perdón?

25/04/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Por personal celebración esta semana he andado en un cara a cara conmigo mismo, así como en un íntimo congreso extraordinario, regenerador por aquello de las primaveras de uno y revisionista por limar y hasta por combatir ortodoxias –la ortodoxia es siempre obsoleta, enseña Sergio Ramírez–. Pero, además, por si esto fuera poco, vino a darme aún más materia de reflexión el manipulador e intranquilizador comunicado de ETA. Manipulador, pues puede para desmemoriados e ignorantes (no olvidemos el analfabetismo funcional) tergiversar historia y conciencia no sólo de lo que su terrorismo representó para las víctimas directas de sus atentados (que ellos atenúan en ‘acciones’) sino para el conjunto de la ciudadanía y nuestras instituciones democráticas. Intranquilizador, pues bajo un lenguaje que, con Alex Grijelmo, personalmente considero lingüísticamente tramposo se enfrenta a las víctimas –directas e indirectas, ¿quién no sintió miedo, quién no horror?–, nos enfrenta a todos, con la propia conciencia y la propia capacidad de perdonar.

¿ETA pide perdón? ¡Ay, la reminiscencia religiosa!: ¿el perdón –petición y dádiva– no es un acto civil, laico e íntimo entre personas? Como acto individual y estrictamente personal ¿se puede pedir en general y en general otorgar? ¿No sería el resultado de un proceso seguido entre víctima y exterrorista arrepentido causante (victimario en el lenguaje seudopacificador)? ¿ETA pide perdón? ¿Y los abertzales que frente a tantas manifestaciones por la paz gritaban «ETA mátalos»? ¿Esos también lo piden, o inspiran, políticamente correctos, comunicados de arrepentimiento? ¿Y los terroristas autores de crímenes y chantajes y amenazas aún impunes, muchos ya prescritos?, ¿esos también piden perdón?

Para templarme, para humanizarme, releo a Camus, ‘Cartas a un amigo alemán’, a un amigo real, y en la cuarta, de 1944, con él me reafirmo: "… a pesar de vosotros mismos, yo os seguiré manteniendo la denominación de hombre. Para ser fieles a nuestra fe (en los ideales de justicia) nos hemos esforzado en respetar en vosotros lo que vosotros no habéis respetado en los demás… a pesar de nuestros muertos desfigurados… yo puedo deciros que, en el momento mismo en que vamos a destruiros sin piedad, no nos embarga el odio hacia vosotros".

Y así, sin odio ni deseo de venganza, me pregunto: ¿el perdón pedido no será eufemismo de olvido, de atenuante; un intento perverso de reescribir la historia, de burlar la reparadora justicia? En mis preguntas y dudas quedo.
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