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Estilo colonial

14/04/2019
 Actualizado a 07/09/2019
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A ver si ahora voy a tener que sentirme culpable por que me guste el estilo colonial, me da por pensar últimamente cuando leo sobre ciertas peticiones anacrónicas cocinadas a norte y sur de la Baja California. Acaso es una declaración ideológica que me plazca el estilo arquitectónico que se ve en el barrio de Vegueta, en Las Palmas de Gran Canaria, y en La Habana Vieja, en algunas calles de Marbella y en otras tantas de Beverly Hills, y también en los hoteles de Fort, en Galle, Sri Lanka, y en las casas de los indianos de Ribadesella frente al mar?

No hay culpa que valga, porque ese estilo me agrada desde crío, cuando se me quedaron grabados en la memoria los ‘casoplones’ asturianos. Desde entonces tengo predilección por los palacetes de ese pelo. En León lo más parecido eran los chalets con nombre de familia burguesa cuya mayoría fue sustituida por bloques de viviendas en los setenta. Todavía queda el de los Fierro, en Padre Isla. Histórico y con su decadente jardín detrás y hasta una moto Osa sin carburador para que me fotografiase a sus lomos antes de que fuese restaurado el chalet para convertirse en sede de la Cámara de Comercio. Y otro que queda es el de Ordoño II, donde ahora van a abrir el hotel Palacete Colonial, el cual ofrece lujo, por lo que veo en su web, pero no colonial.

No admito culpa en el gusto por lo colonial, pero sí rasgos definitorios en el estilo. Y aunque no es lo mismo el estilo Misión (español) que el Victoriano (británico), los siguientes detalles, juntos, son lo que a mí me chifla: calles adoquinadas, el blanco para altísimas paredes y muros (algo de verdes pálidos o arenas puede que también), estancias espaciosas con suelos de maderas oscuras y nobles como la teca o el ébano, muebles únicos que pesan una tonelada, los jarrones como tinajas rebosantes de heliconias y hojas de plataneros. Y baúles, muchos baúles, enormes como ataúdes, semejantes al arca que todavía se conserva mi casa, traída por mi bisabuelo de las Filipinas.

Tanto me tira el estilo colonial que incluso me animan las canciones de Café Quijano y hasta me planteo empezar a usar sombrero Panamá. Ante semejante cóctel, solo puedo decir: mea culpa.
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