Esther Díez González: "El promotor de Botines sigue siendo un gran desconocido"

La profesora leonesa comparte con José Manuel González García la autoría de un libro que pretende arrojar algo de luz sobre la personalidad del que fuera uno de los promotores del edificio de Gaudí en la capital leonesa

Joaquín Revuelta
23/12/2020
 Actualizado a 23/12/2020
Contraportada (con la puerta original de la sociedad Fernández y Andrés) y portada del libro. | CULTURAL NORTE
Contraportada (con la puerta original de la sociedad Fernández y Andrés) y portada del libro. | CULTURAL NORTE
Desde hace ya algunos años todo lo que rodea a la Casa Botines ha recobrado un creciente interés, siendo a día de hoy y sobre todo a partir de la gestión llevada a cabo por la Fundación Fundos Castilla y León y su posterior musealización uno de los centros neurálgicos del turismo en la capital leonesa y también un espacio de singular relevancia cultural. Si bien es verdad que su diseñador, el insigne arquitecto catalán Antonio Gaudí, constituye su principal reclamo, no lo es menos el interés que despiertan publicaciones como la que aquí nos ocupa y que pretende aportar algunos datos para profundizar en el conocimiento de la biografía de Simón Fernández Fernández, a cuyo mecenazgo, junto con el de su socio Mariano Andrés González-Luna, se debe la construcción de la Casa Botines, como es sabido, una de las escasas obras arquitectónicas de Gaudí fuera de Cataluña. «Sin la intervención de Simón Fernández y sin sus especiales relaciones con la burguesía catalana asentada en León y en la propia Cataluña, la ciudad de León nunca hubiera contado con un edificio tan singular como es la Casa Botines, originariamente conocida también como Casa Fernández y Andrés», destacan los autores del libro ‘Simón Fernández, promotor de la Casa Botines. Sus orígenes familiares en Otero de las Dueñas (León)’ (Cultural Norte), Esther Díez González y José Manuel González García, profesores ya jubilados que desarrollaron su actividad en los últimos años en el Ceip Camino del Norte y en el IES Ramón Areces de Grado, en Asturias.

Esther Díez considera que Simón Fernández sigue siendo una figura desconocida y de la que se tienen pocos datos de su infancia y juventud y que incluso cuando publicaciones se han referido a él han equivocado los datos reflejando su catalanidad. Sobre la idea de publicar este libro, Díez González reconoce que les animó un libro anterior, ‘La casa de las cuatro torres’ de Javier Garnica (Cultural Norte) que se centra más en la construcción de la Casa Botines mientras que el suyo trata de indagar más en los orígenes leoneses del emprendedor Simón Fernández. «Mi padre era de Viñayo, al igual que la madre de Simón Fernández, y en mi caso me llevó a implicarme en esta publicación un doble motivo, por una parte mis raíces paternas y por otra porque me parece injusto que Simón Fernández sea un desconocido, sobre todo para los leoneses», argumenta la co-autora de la publicación, que reconoce la dificultad de recabar información sobre este mecenas, del que por ejemplo no han encontrado ningún documento fotográfico, aunque sí de su hijo José Fernández  y de la esposa de éste, Paz Peña Álvarez, y que incluyen en la publicación por cortesía de la Fundación Fernández Peña. Entre los objetivos del libro destacan el de situar Otero de las Dueñas en la época en que nació Simón Fernández, en 1814, e indagar en los orígenes familiares, datos que proceden principalmente de los libros parroquiales de Otero de las Dueñas y Viñayo, de donde eran naturales su padre y su madre, respectivamente, conservados en el Archivo Diocesano de León, y donde se incluye también alguna información recabada de las Actas de la Diputación de León y de la prensa leonesa de la época. «No tenemos plena constancia de en qué momento Simón Fernández viene a León. En esa época en el Seminario consta un Simón Fernández pero no tenemos confirmación de que se trate de la misma persona. Un abuelastro suyo era del barrio de San Martín. Como su prendería estaba en la plaza de Don Gutierre, una posibilidad era que su abuelastro le hubiera facilitado un poco el traslado a León. Simón Fernández fue un tipo emprendedor, de personalidad muy atractiva, porque él cambiaba dinero extranjero y además de su relación posterior con los Botines él sí que tenía una vida bastante boyante», señala Díez González, que desconoce si tenía estudios, pues el dato del seminario no lo han podido constatar, «aunque avispado tenía que ser por la manera en que supo manejarse en los negocios, para tratar con los Botines y más tarde con su relación con Gaudí, a quien fue a esperar a su llegada a León, como muy bien relata Garnica en su libro», destaca la autora.

Esther Díez se imagina cómo pudo ser aquel primer enciento en una ciudad donde se acababa de inaugurar el telégrafo. «Me imagino el carruaje, la  llegada de Gaudí a la estación  y el recorrido por el Paseo de las Negrillas hasta la Plaza Mayor, donde tenía su residencia», señala Díez González, para quien el coste económico que supuso la construcción de la Casa Botines fue repartido a partes iguales entre los dos socios, Simón Fernández y Mariano Andrés. «Si ve la imagen de la contraportada del libro es la misma puerta de ahora pero donde puede leerse Fernández y Andrés. En el bajo del edificio tenían el almacén de tejidos. Los dos socios tenían un piso para cada uno y el resto se concibió para albergar inquilinos», asegura la autora. Tras la muerte de Simón Fernández, sus hijos vendieron su parte a Mariano Andrés y a la muerte de éste la Casa pasó a la viuda y a sus hijos hasta la adquisición de la Casa en 1929 por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León por un importe total de 750.000 ptas.
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