Esther Bajo: "El Cine Club nos dio tanto como puedan dar ahora las plataformas"

‘Ven y mira’ recoge la trayectoria del Cine Club Universitario de León a lo largo de la década de los ochenta. Su puesta de largo tendrá lugar este viernes en el IES Juan del Enzina con la presencia del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero

02/06/2022
 Actualizado a 14/08/2023
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Esther Bajo y Joaquín Revuelta, que en su día fueron miembros de la junta directiva del Cine Club Universitario de León, cuentan en el libro ‘Ven y mira’ (Reino de Cordelia) la historia de la primera actividad cultural de la recién creada Universidad de León. La presentación de la publicación tendrá lugar este viernes a las 18:00 horas en el salón de actos del IES Juan del Enzina, en lo que pretende ser también un homenaje a Benigno Castro, quien fue el principal impulsor del proyecto.  
   
– ¿Cómo nació la idea de dedicar un libro al Cine Club Universitario?    
– J.R. La verdad es que la idea de la publicación fue creciendo a medida que iba descubriendo el tratamiento que los periódicos de la época dieron a un proyecto que nació al mismo tiempo que lo hizo la Universidad de León como primera actividad cultural de la misma. Si bien el objetivo inicial era recomponer la programación, pronto fui consciente de que había una historia digna de ser contada.

– ¿Y cómo nació la idea de crear el Cine Club Universitario?    
– J.R. Pues un poco por azar. Mientras estudiaba segundo curso de Derecho en el entonces Colegio Universitario ubicado en San Isidoro decidimos un grupo de compañeros organizar una proyección matinal en el cine Abella con la película de Truffaut ‘La noche americana’ con el fin de recaudar fondos para el viaje de fin de curso. Aunque no cumplió el objetivo previsto, pues lo recaudado fue para el alquiler de la sala y de la película, sí que aquel pase se convirtió en el germen de lo que al curso siguiente sería la puesta en marcha del Cine Club Universitario por parte de un grupo de estudiantes de Derecho y Filosofía en el recién inaugurado Campus de Vegazana.  

  – ¿Cómo han afrontado el reto de contarle a las nuevas generaciones que tienen toda la oferta de ocio a golpe de click que el Cine Club Universitario era la única forma de acceder a determina cultura en la época?    
 – E.B. Por supuesto que soy partidaria de la variedad y de la facilidad, pero ambas son engañosas. Que haya más libros y más baratos no significa que se lea más. Que puedas viajar por todo el mundo no significa que aprendas nada. Que puedas acceder a un catálogo enorme de películas con un click tampoco es garantía de cultura. Lo importante es la actitud y, en este sentido, el Cine Club nos dio tanto como puedan dar ahora las plataformas, porque nos daba lo que íbamos buscando: conocimiento.  

  – ¿Es, en cierto modo, un retrato generacional de los leoneses con inquietudes intelectuales a primeros de los ochenta?    
 – E.B. Lo es, pero un retrato somero, que no pretende ser exhaustivo en ningún sentido. Es una panorámica que crea el contexto de la época y de los jóvenes leoneses que anhelaban liberarse de un pasado tenebroso y derribar los muros que nos aislaban y mantenían en la ignorancia. Queríamos ser jóvenes europeos, movernos libremente y tomar decisiones y todo eso implicaba tanto la lucha política como la inquietud intelectual.

– ¿Canalizó de alguna manera el Cine Club Universitario el movimiento cultural leonés durante la Transición?
– E.B. Jugó un papel muy importante, pero precisamente lo característico de la época fue la gran cantidad de iniciativas culturales, a menudo espontáneas y siempre generosas, que surgieron entre los jóvenes: otros cine clubs –como el Candilejas–, grupos de teatro o música, revistas hechas casi manualmente…  
 
– ¿El título trata de ser un homenaje a la película de Elem Klimov o no tiene nada que ver?
– E.B. Tiene mucho que ver. ‘Ven y mira’ es, claro está, una invitación directa al lector, pero no lo hubiéramos utilizado si se tratara del título de otro tipo de película; la de Klimov es oportuna porque es, quizá, la película más impactante, pero también poética, contra lo más deleznable de la Historia: las guerras. Aunque quizá seamos la primera generación que no ha vivido una guerra, nuestra juventud estuvo marcada por la Guerra Fría y el terrorismo etarra y nunca hemos dejado de oír, más o menos cerca, los cascos de los caballos del Apocalipsis. Eso, por desgracia, nos une a las generaciones presentes. Pero, en cualquier caso, sí que trata de ser un homenaje a todos los que fueron de alguna manera cómplices de que el Cine Universitario fuera una realidad…    

– ¿Era, de alguna manera, tan importante la película como el posterior debate entre los intelectuales leoneses de la época?
– E.B. Claro. Yo no concibo ver una buena película y no poder comentarla con alguien. No sólo es importante escuchar lo que otros digan, sino que, al hablar de ello, tú mismo captas mejor el significado de las cosas. De hecho, cuando dejaron de hacerse los cine-forum, se siguieron haciendo tertulias en cafeterías.    
 
– ¿Qué película recuerdan que fue más difícil conseguir o proyectar por los recelos que provocaba en la sociedad de entonces?
– J.R. La dificultad de conseguir determinadas películas venía dada por la competencia con las salas comerciales. A partir del asentamiento en la antigua Escuela de Empresariales y el acceso al formato comercial de 35 mm pudimos acceder a los catálogos de las distribuidoras nacionales dedicadas al cine de arte y ensayo y casi siempre en versión original. En este sentido recuerdo que la película por la que más se peleó fue ‘El gatopardo’, de Visconti, en su versión íntegra y restaurada. También un ciclo de cuatro títulos de Akira Kurosawa, que pudimos estrenar después de Barcelona y antes que Madrid, fue uno de los pequeños ‘hitos’ de la programación. Títulos mayores como ‘Hannah y sus hermanas’ o ‘La ley del deseo’ en realidad nos los sirvieron en bandeja gracias al convenio suscrito con Lauren Films.  
 
– ¿Y cuál fue la que levantó mayor expectación?
– J.R. En el primer periodo en el IES Juan del Enzina recuerdo la larga cola que se formó para ver el clásico de Orson Welles ‘Ciudadano Kane’. ‘El gatopardo’, ‘Corazonada’ de Francis Ford Coppola y ‘La rosa púrpura de El Cairo’ también lograron llenar la sala, en el caso de la película de Woody Allen durante los cuatro días de proyección.      

– ¿Se puede considerar como su herencia el Ateneo Cultural El Albéitar y la programación de actividades culturales que desde hace 30 años pone en marcha la universidad?
– E.B. Yo creo que sí. Que la actividad cultural y, en concreto, la cinematográfica de la Universidad es herencia de ese primer Cine Club Universitario. Pero, en general, creo que la intensa actividad cultural que hay en León y la cantidad de intelectuales leoneses en todos los ámbitos, muy por encima de lo que le correspondería desde el punto de vista demográfico y económico, es herencia de la ebullición cultural que comenzó ya en los años 60 y que tuvo su clímax en la encrucijada de los 70 y 80.

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