04/12/2022
 Actualizado a 04/12/2022
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La delicada situación por la que atraviesa el Partido Popular de León descansa desde hace unos días sobre los hombros de su nueva presidenta, la treintañera y vehemente Ester Muñoz. La todavía delegada territorial de la Junta se ha vestido de timonel –eso sí, a las órdenes de Fernández Mañueco, que controla el puente de mando– para que la organización conservadora salga del atasco en el que se encuentra. Si es que puede, claro. El reloj, y lo sabe, corre en su contra por mucho optimismo que irradie cuando la preguntan por el futuro más cercano de la organización. Pero interpreta su papel. Después de su paso por el Senado –donde protagonizó momentos destacados- y dejando dormida la metedura de pata con aquello de los huesos de la Guerra Civil, se curtió lo suficiente para saber cómo seguir en primera línea. Y si, además, te apadrinan, miel sobre hojuelas.

Por otro lado, y cabe destacarlo, la ventaja de la novísima ‘jefa’ es que accede al cargo con las espaldas cubiertas. Acorazada. Le han puesto de salvavidas para superar el fuerte oleaje que soporta el partido y hará lo que se pueda. Igual que respondió Juan Belmonte a Valle Inclán cuando le dijo, «a usted solo le falta que le mate un toro», a lo que Belmonte contestó, «se hará lo que se pueda, don Ramón». Pues más o menos. Belmonte se suicidó a los 69 años.

De modo, que Muñoz no va a sufrir desgaste. Acaso leves raspaduras. El asunto de la denuncia del alcalde de Villaquilambre por lo de las afiliaciones irregulares quedó resuelto. Manuel García retiraba la demanda el pasado jueves y miel sobre hojuelas. Cogidos de la mano uno y otra jugaron al corro de la patata. Y el hipotético batacazo que pudiera producirse en las municipales de mayo, tampoco le quita el sueño. Todo muy controlado y medido. Mañueco, pase lo que pase, no está dispuesto a estrellar contra la pared a una de sus estrellas favoritas en Castilla y León.

En el primero de los supuestos –en el caso de que el regidor del alfoz se hubiera enrocado y no cediera a las ‘presiones amigas’-–Muñoz siempre podría aducir diversas razones para que no la salpicara el asunto. A mayores hubiera alegado, y tendría razón, que el problema se lo encontró de cara y le fue imposible gestionarlo. Las manos en la masa las habían metido otros y allí las dejaron. Enfoscadas. Y en el segundo más de lo mismo y con igual argumento: en seis meses –de aquí a las elecciones– era harto complicado dar la vuelta a la tortilla por falta material de tiempo. Y en absoluto se lo discutirían. En resumen: Ester Muñoz apuesta a caballo ganador. Si gana, ganará ella. Y si pierde, perderán los demás. Está escrito. De momento, uno a cero. El zardino y alcalde Manuel García volvió al redil.
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