09/03/2015
 Actualizado a 15/09/2019
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En estos días de expectación nacional, audiencias desproporcionadas y conversaciones de peluquería femenina por ver si la choni sale o se queda en Gran Hermano VIP, hablar de nominaciones es establecer en la mente del sujeto una conexión directa con esa casa que bien ilustra un apellido que, de no ser porque me consta que estas líneas también se leen en confesionarios y casas de piedad, utilizaría sin reparos para que se entendiera mucho mejor y con pocas letras lo que quiero decir. Pero no se puede perder la elegancia.

Voy al grano que, como diría el gran Ful, por culpa de esta elementa me estoy esnortando y, sinceramente, sería una deshonra permitirlo cuando yo pensaba escribir del interés que demuestran algunos que ya piensan en las listas electorales de cara a la conquista de ayuntamientos y parlamentos autonómicos, ahora que más o menos los partidos van poniendo nombre a los candidatos.

Esta semana, en ambientes municipales ha hecho dos o tres veces gracia que me refiera a lo de ‘estar nominado’, que en política no tiene nada que ver con la casa televisiva, sino con el interés con el que algunos concejales y alcaldes de pueblo se están tomando la recta final del mandato. Es tan curioso como cierto, pero si observa a su alrededor y sin que los partidos o los propios candidatos se hayan pronunciado, sólo con ver la dejadez o el interés con el que un edil se toma su trabajo es posible saber si va a repetir o está nominado para abandonar la casa.
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