Están locos estos paisanos

14/01/2020
 Actualizado a 14/01/2020
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Soy un fanático de las historias de maratones, ultramaratones y otras locuras en pantalón corto, seguramente para lavar la mala conciencia de la militancia en el 'sillón-bol', que se decía en tiempos.

Me fascinan esas carreras que ya nacieron con el estigma de la épica y hasta la tragedia asociada, cuando el soldado Filípides corrió aquellos 42 kilómetros y 195 metros que le separaban de Atenas para llevar una buena nueva y cayó muerto del esfuerzo dejando para la historia la distancia de la carrera. Por eso era muy fan de Martino, un jugador que tuvo la Cultural que cuando perdía el autobús para ir a entrenar pues marchaba corriendo desde su pueblo.

¿Cómo no te puede gustar el anecdotario de una dura carrera que ganó Abebe Bikila corriendo en zapatillas, o que Amber Miller la terminó y de la linea de meta marchó para el hospital para dar a luz?

Son gentes que luchan contra su propia resistencia y no parecen conocer los límites, así se entiende que al japonés Kimo Nakajimi no le pareciera raro haber sido seleccionado para correr en Londres una carrera que él entendió de 26 días de duración cuando realmente eran 26 millas. Las corrió, llegó a la meta y siguió, pues creía que aún le quedaban más de 25 días, por eso se enfadó cuando le mandaron parar pues había empezado a un ritmo muy bajo.

¡Cómo para no admirar a esos casi mil locos que se apuntan a la Transcandamia y ese epílogo que bautizan como anibalada!
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