Están locos estos bercianos

Por Alejandro Cardenal

27/10/2020
 Actualizado a 27/10/2020
Larrea intenta robar un balón frente al Sporting. | LALIGA
Larrea intenta robar un balón frente al Sporting. | LALIGA
El año pasado puse patas arriba mi vida. Después de más de un lustro siguiendo las andanzas de la Ponfe y devorando cada nuevo capítulo de la telenovela en la que muchas veces se convertía la política comarcal, cambié el Bierzo por una extraña tierra que venera unos san jacobos de tamaños obscenos, el zumo de manzana y a Melendi.

Para alguien que está acostumbrado a ir dando botes por el mundo, las mudanzas y el catálogo de Ikea forman son el pan de cada día, pero mentiría si dijera que éste fue un cambio más.

En Ponferrada dejé mis veintitantos, crecí a todos los niveles y establecí vínculos que durarán toda la vida. Y uno de ellos es la Deportiva.

Es curioso como un equipo y una ciudad que solo unos años antes me hubiera costado ubicar de forma precisa sin tirar de Google Maps son capaces de colarse tan hondo. Como para no hacerlo. Si bien la ‘nueva normalidad’ parece haber puesto temporalmente en pausa la orgía de billetes en que se había convertido el fútbol, que un club humilde y autosuficiente sea capaz de competir entre conglomerados empresariales, jeques y préstamos multimillonarios, si no un milagro, como mínimo es una inspiración.

Eso y que pocas cosas se viven con tanta intensidad en Ponferrada como su Deportiva. Para bien y para mal. Y aunque el domingo tocó jarrita de agua fría para calmar los ánimos y no venirse demasiado arriba, últimamente suele ser más lo primero que lo segundo.

Pero hay que ser sincero en esta vida. Haber jugado mañana contra el Espanyol por el liderato hubiera sido la sagrada forma y que la oportunidad se escapase de la forma que lo hizo fue una crueldad digna de la mente que convenció a medio planeta de que Rosalía es algo más que una cantante de reggaeton con ínfulas.

Volviendo al asunto y a la vista de la trayectoria más reciente de Yuri y compañía, no me cabe duda de que lo de Gijón fue un desliz y de que van a seguir dando disgustos en una Segunda División donde a día de hoy hay más soberbia que fútbol, una categoría que se ha llenado de una ristra de autoproclamados históricos que creen que se les queda pequeña porque con lo que hemos sido y que hacemos jugando contra ‘equipitos’.

Del Molinón a Cornellá, los irreductibles bercianos afrontan otra reedición del David contra Goliath con ganas de demostrar, una vez más, que subestimarlos puede ser mortal.

Ya lo dije en su día, están locos estos bercianos. ¿Hasta dónde serán capaces de llegar?
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