"Estamos tan contaminados de malas noticias que decir algo era ineludible"

Fito Cabrales. Músico

D. Aldonza
13/05/2015
 Actualizado a 16/09/2019
Fito ofrece un concierto este viernes en Ponferrada para presentar su último trabajo, 'Huyendo conmigo de mí'.
Fito ofrece un concierto este viernes en Ponferrada para presentar su último trabajo, 'Huyendo conmigo de mí'.
Hace ocho años que Fito no pisa tierras bercianas. Esta vez vuelve con un disco que ha supuesto nada menos que cinco largos años de gestación. Actuará este viernes en Ponferrada, acompañado por su mano derecha, Carlos Raya, y por el resto de Fitipaldis. Aunque no le gusta que la política ensucie sus versos, en ‘Huyendo conmigo de mí’ las letras se vuelven más reivindicativas porque cree que ahora es el momento.

– Llega de su ‘huida’ a Latinoamérica y ya ha empezado a saborear la segunda parte de la gira. ¿A qué lado del Atlántico sabe mejor el boogie boogie?
– A ambos porque he disfrutado menos el lado americano. En 2007 fuimos con Andrés Calamaro a Chile y Argentina y esta vez hemos hecho seis conciertos y es diferente. No es lo mismo, ni tan siquiera los locales. Aquí tocamos en sitios enormes, allí en salas de 1.500 personas y eso marca el concierto. Aunque en España iniciamos la gira en Canarias y el siguiente concierto fue en Mallorca, así que parecemos, no sé, Jamiroquai o una banda así con mucho glamour. Cuando retomamos nuestros conciertos aquí con el equipo fue maravilloso. Ha sido un buen reencuentro musical y personalmente.

– Después de cinco años de silencio, ¿cómo ha sido el parto de ‘Huyendo conmigo de mí’?
– Todos son parecidos y ninguno tiene mucho que ver. Todos nacen de la misma forma, de ideas que vas teniendo, de cachitos de papel con letras y de melodías grabadas. Yo siempre las llevo conmigo a todas partes y llega un momento en que alguien me anima a ordenarlas y me pone un poco de disciplina. En este caso ha sido otra vez Carlos Raya,en la época de Platero lo hacía Iñaqui. Hasta que encuentro las ganas de volver a liarla pues a lo mejor pasan cinco años, es cuestión de estar centrado en el trabajo. Lo que cuesta es apostar todo a una carta y decir ahora voy a hacer un disco, entonces todo el mundo desaparece. Si hubiera otra forma, haría más discos. Si pudiera hacer un disco a la vez que soy el mejor padre, el mejor marido, el mejor hermano y el mejor amigo, quizás haría más. Pero cuando grabo uno nuevo no soy nada eso porque me absorbe demasiado y por eso cada vez me cuesta más, porque no me apetece abandonar todo lo demás. La única forma en que se puede hacer un buen disco es estar a medio metro por encima de la tierra, un poco flotando.

– El título suena casi a autoconfesión.
– Es un poco lo que pensamos. Todos tenemos esa sensación de que hagas lo que hagas, te tienes que llevar a ti contigo; o sea, a tus miedos, tus dudas... La mayoría de las veces el mayor freno de mano que tenemos somos nosotros mismos. Te mides y te equiparas a los demás y todo lo que hagas es huyendo contigo de ti.

– En el videoclip del single, ‘Entre la espada y la pared’, va en moto por Euskadi mientras canta: ‘Yo siempre soy el que llegó y el que se fue’. ¿La carretera termina por agotar?
– Sí. Cuando te empachas de algo, todo sobra un poco. La carretera nos encanta. Para los músicos es parte de nuestra vida, pero es verdad que llegas a echar de menos el estar en casa. Es lo bueno que tiene. Muchas veces cuando estoy en casa mucho tiempo, no lo valoro. Pienso que el mundo es así de tranquilo e incluso me aburro. Pero cuando tienes conciertos y no paras, lo miras de otra forma: la amistad, tus hijos. Por un lado, la carretera agota y, a la vez, te enseña a valorar otras cosas.

– Ya nos tiene acostumbrados a las versiones. Esta vez ‘Nos ocupamos del mar’ con Krahe.
– Es una gran canción. Esa versión la tenía pensada desde hace muchísimos años pero nunca llegaba a suceder, siempre entraba otra canción más apropiada de la mano de Los Secretos, de Lichis, cada vez una. Hasta ahora apostaba por una canción un poco más cercana al rock y esta vez fue así. Me parece una de las letras más sensatas y más increíbles que he escuchado y la melodía es brutal, muy bonita. Lo tiene todo. Solo hacía falta acercarla a la personalidad de cada uno y eso es lo que he tenido que trabajar: cómo he querido trabajarla para que parezca que es mía, el resto no se podía mejorar.

– Las canciones de Fito no se caracterizan por su crítica social. Ha empezado ahora, ¿en ‘tiempo de ladrones’?
– No se caracterizan porque la verdad es que no me atrae nada. Hay artistas que lo hacen muy bien y no voy a competir con Evaristo. Me canso en seguida de esas letras tan reivindicativas. Ahora era casi ineludible, no se podía pasar por alto y siempre hago un esfuerzo. La gente piensa que solo quiero cantar canciones que hablen de mí, no les falta razón, pero también hago un esfuerzo por no mezclar la política y lo social con mi música porque siempre sale perdiendo la música. Pero ahora está hecho adrede. Tengo que decir algo porque no puede ser. Estamos tan contaminados de malas noticias que al final tenía que salir.

– Lo dijo hace tiempo, al cantar se pueden olvidar todos los malos momentos.
– Sí, luego vuelven, pero mientras cantas, no. (Ríe). Esa es la magia de la música. Puede servir de denuncia y también como bálsamo. Un concierto puede ser una comunión de gente que se olvida por dos horas y media de lo que tenga que olvidarse. La música tiene una finalidad más allá de ser guay, de ser rock, jazz o incluso folk; la música une a la gente.

– La última gira con la guinda del Arriaga fue un capricho. ¿Suena mejor el rock al oído?
– Hacer conciertos en un teatro es acojonante, es maravilloso. Algunos preguntan extrañados, como si yo me hubiera inventado eso de hacer rock en los teatros. Hay cientos de discos de rock en teatros, películas... Tiene una gran ventaja: a nivel estrictamente musical, es inmejorable. Nadie te presta tanta atención que cuando no tiene otra cosa que hacer. Cuando no vienes ni borracho, ni drogado, ni con el cubata en la mano; no puedes hablar con nadie porque estás sentado en tu butaca y si haces algo, molestas. Tienes el 100% de tu atención en la banda que está delante. Eso para el músico es flipante porque esos silencios entre canción y canción nos permiten hacer introducciones que de otra forma se perderían. No puedo hacer delante de 20.000 personas una introducción larga de bandolina, cada momento hay que ponerlo en el contexto. Por eso, en lo musical es genial.

– Después de los teatros, ¿tenía ganas de volver a los llenazos?
– La gira que estamos haciendo ahora en recintos grandes con un súper escenario, un montaje y jugando a que somos los Stones tiene otra recompensa musical: es el sueño de cualquier chaval. Salir al escenario con mucha gente cantando tus canciones. Vivirlo más como una fiesta.

– En un sitio o en otro, ¿cómo lo hace para cantar una letra para cada uno? La clave de su éxito, ¿la capacidad de emocionar?
– Eso me sucede a mí también cuando escucho canciones de otros artistas, que de repente te hacen sentirte mejor. Siempre se te queda una frase de alguien y parece que tenía filo; a veces parece que las canciones tienen punta y se te quedan ahí clavadas pero a mí me sucede igual. Esa es la historia que hay que mantener. La música es comunicar historias. Mis dudas y mis movidas de la cabeza no difieren demasiado al resto del planeta. Si hablara de cosas técnicas sería difícil llegar, pero al final lo que uno piensa que es un mundo personal súper tuyo, en absoluto lo es. Casi todos tenemos los mismos miedos y nos suceden casi las mismas cosas.

– Algunos temas del nuevo disco suenan a Platero y la mayoría son en esencia Fito, ¿qué contesta un ‘perro viejo’ a los que le acusan de repetirse?
– Lo que quieran oír. Ya no tengo esas luchas, hasta lo digo yo: pues claro que me repito, es que soy yo. No puedo ser el que quieran otros ni aunque yo lo quisiera ser. No quiero sonar como otro. Hay algunos que lo entienden y otros que no, pero la música es buscarte a ti mismo dentro de ella. Yo no quiero sonar como los Deep Purple o Led Zeppelin, ojalá. Son mucho mejores artistas y tienen más talento, es otro mundo. Ellos son dioses pero no me sirven para mí. Yo canto para ser yo y no quiero sonar a nadie más y eso a veces conlleva el que suene parecido. No soy nada camaleónico y no busco otra recompensa en mi música que verme reflejado en cada canción.

– En cambio, el público no se queda contento si no se le ofrece lo de siempre. ¿Se siente cómodo tocando los clásicos de la banda?
– Eso le sucede a todas las bandas. Si yo voy a ver a AC/DC y no me tocan ‘Highway to hell’ pues me cago en la leche. Iré al siguiente a ver si lo tocan. Hay canciones que no las puedes dejar y que quizás no te apetece tocarlas en tu casa o que cuando estás con la banda no son las canciones que te apetece ensayar, pero en cambio mantienen todo su significado y su valor, o incluso lo acrecientan con el tiempo. Sales y cuando todo el mundo canta una canción, coge todo el valor. Esa canción ya es tuya y no hay que luchar contra eso. Al revés, es un logro. Otra cosa es que me ponga a cantar ‘Soldadito marinero’ en mi casa, pues lo más seguro que no. Pero cuando salgo a un escenario y simplemente con un acorde la gente lo reconoce, ahí se crea algo.

– Internet, ¿un aliado o un enemigo para los artistas?
– Lo queremos ver o no, es un aliado. Difunde la música. Yo estoy un poco viejuno con eso. No tengo ya luchas ni con Internet ni con nada. Desde que grabé el primer disco con Platero y tú siempre ha habido crisis. Grabábamos en vinilo y de repente llegó lo digital y el CD y entonces teníamos que grabar con CD y cuando se convirtió en lo normal, se podía copiar. Entonces, el enemigo era el pirateo. Todo el mundo decía que el top manta iba destruir la industria musical. Después de eso sucedió no sé qué y no sé cuánto, y luego Internet. Pues sí Internet es una gran puta y a saber, pero yo no tengo ni idea de cómo funciona. No sé cómo van las descargas o si alguien paga, pero mi labor es hacer canciones y luego los soportes donde se escuchen, no los voy a decidir yo. Hablamos de tecnología, de ciencia y de la evolución.

– En cambio, el IVA cultural hace daño.
– Sí. El IVA cultural es diferente porque se puede cambiar, no vas en contra de nada. Simplemente no hay por qué gravar algo, es injusto. Quizás no es la primera injusticia por la que yo sacaría la espada, porque hay otras por las que lucharía antes. Pero no estar a favor de la cultura, es estar en contra de uno de los mayores tesoros.
Archivado en
Lo más leído