¿Estamos en campaña electoral?

Por David Rubio

David Rubio
17/05/2023
 Actualizado a 17/05/2023
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Quise poner contra las cuerdas a un gallego y salí trasquilado. Le pregunté si lo que nos acababa de pasar, que no viene el caso aunque solo sea por mantener una mínima dignidad, era buena suerte o mala suerte, sólo dos opciones, sin salida, a mojarse. Pero el gallego era muy gallego y me respondió: «La verdad es que es buena suerte dentro de la mala suerte».

Habría que recurrir a aquel gallego para responder a la siguiente pregunta: ¿Es bueno o es malo que en la provincia de León se presenten más de mil listas a las elecciones municipales del próximo 28 de mayo? Son más del doble que en las anteriores elecciones y de ellas forman parte más de 6.000 leoneses que han prestado su nombre para llenar alguna papeleta. Por un lado, indica que hay mucho desencantado, mucha falta de confianza en los partidos tradicionales, en los llamados emergentes (aunque ya hayan dejado de serlo) y en todos los demás. Los números abruman tanto que parece que en nuestros pueblos está pasando lo mismo que con las cofradías de Semana Santa: si no me dejas mandar, si no me das algún cargo, fundo la mía y reparto yo los cargos. Por eso hay tantas, cofradías y listas electorales. Ese desencanto por la forma que tienen de hacer política local los grandes partidos es el motivo de tanta superpoblación de candidatos, que en algunos pueblos son más que vecinos... y no es ninguna exageración: en esta provincia todos los votos empiezan a ser el disputado voto del señor Cayo.

Las ganas de participar y despertar la ilusión por cambiar las cosas de tu entorno más cercano son los aspectos positivos de que haya tanta lista electoral. Precisamente es la ilusión lo que le falta a esta campaña. O la polémica. O simplemente las ganas. Porque estamos en campaña electoral, ¿no?

Hablar de los grandes mítines de líderes políticos que llenaban el Palacio de los Deportes y ponían la piel de gallina a los suyos supongo que son batallitas de abuelo cebolleta. Por aquí el carisma ya no existe ni como bar. Los alcaldes veteranos dicen que no se hace campaña durante estas dos semanas, que en realidad se tiene que hacer durante los cuatro años anteriores, pero, la verdad, en la mayoría de los municipios ni lo uno ni lo otro. Esta, si es que de verdad estamos en campaña, es la campaña de la discreción. Carta baja y a esperar. Esperar por los errores no forzados del rival. No prometer. No hacer. No decir.

La separación de municipales y autonómicas fue la puntilla al desencanto que despiertan los políticos y el motivo último de que en la calle no se respire precisamente ambiente de campaña. Las fotos de las pegadas de carteles son retratos de la desolación. Antes, el candidato de turno pedía el voto para sí mismo y, de paso, para su partido, pero ahora vale con lo primero. Así se entiende que Mañueco y Gallardo anden viajando por toda España para apoyar a candidatos ajenos, como si su presencia por aquí no estuviera bien vista... al menos en términos electorales. Es en la Junta donde se reparten las grandes partidas de dinero, así que parece que el resto no importa más que a los vecinos, si acaso a algún veraneante con ínfulas, que en lugar de obedecer órdenes de dirigentes que no conocen y de ideologías que no comparten prefieren fundar la Agrupación de Electores de Valdoré, por poner sólo un ejemplo.De modo que, a la espera de que la campaña gane un poco de interés en su última semana (hasta ahora, las noticias sobre candidatos tienen menos visitas que el horario de misas), por aquí da la sensación de que tanta participación , tanta lista, tanta candidatura, es algo que, parafraseando al gallego aquél, se podría calificar como bueno dentro de lo malo.
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