Secundino Llorente

¿Estamos a favor o en contra de los deberes?

23/12/2021
 Actualizado a 23/12/2021
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Ayer han llegado a sus casas millones de niños españoles recién vacunados y felices porque comienzan sus vacaciones de Navidad. Algunos traen todavía su mochila llena de preocupaciones por los deberes que les han puesto sus profesores. Los deberes escolares en los periodos de descanso vacacional deberían estar prohibidos y también los exámenes en la misma semana en la que se regresa de vacaciones. Así lo ha decidido, por ejemplo, la Comunidad de Cantabria con el fin de garantizar que estos periodos sean «realmente de descanso» para los alumnos. En estos dos últimos cursos envueltos en los temas de pandemia siguen ‘coleando’ los debates de siempre. Vuelve a estar de moda la polémica sobre ‘los deberes’. El problema no es sólo en España, es un conflicto pendiente de solución en todo el mundo. Los padres franceses realizaron una huelga de deberes. Para los suecos es un disparate pretender que los niños no hagan actividades escolares en casa, pero deben ser tareas motivadoras. Para los belgas son necesarios, pero establecieron por decreto la duración y el tipo de deberes escolares. Podemos estar de acuerdo o no con las decisiones de cada país, pero ellos, al menos lo intentan. En España contamos con una gran disparidad de opiniones, pero la decisión de posicionarse a favor o en contra de los deberes sigue siendo personal de cada profesor, sin ninguna ayuda de las autoridades educativas.

Me gustaría presentar a los lectores la opinión de dos ‘autoridades en el tema deberes’: Rafael Feito, catedrático de Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid y Xavier Mínguez, profesor del departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universitat de València. Rafael Feito, en su trabajo sobre ‘Los deberes escolares’ (2020), destaca que «España es uno de los países en los que el alumnado dedica más tiempo a los deberes y es, junto con Italia, Rusia, Malta y Rumania, la nación en la que existe un mayor porcentaje de alumnos que dedica más de sesenta minutos diarios a hacer deberes. Pero España obtiene, comparativamente, bajos resultados académicos, como también pasa con los otros países que dedican mucho tiempo a las tareas escolares en casa. No obstante, cuando se trabaja con los datos de cada país a nivel individual, los estudiantes que más tiempo dedican a las tareas son los que obtienen mejores resultados». Dicho estudio hace referencia a Harris Cooper, que «es universalmente conocido por la regla de los diez minutos». Esta norma establece que el alumnado de primer curso de primaria no debería emplear más de 10 minutos al día en hacer deberes, y sólo de lunes a jueves. En cada curso escolar, se debería sumar 10 minutos más, hasta llegar a un máximo de dos horas en secundaria, pues, según el investigador, emplear más de 120 minutos en hacer deberes no es útil.

Mínguez asegura que «El tema de la conveniencia o no de poner deberes al alumnado ha generado mucho revuelo en los últimos años» y explica que «poner deberes forma parte de una tradición muy arraigada en nuestra cultura, pero que, por otro lado, afecta a la vida cotidiana de las familias» y certifica que «los deberes ayudan a mejorar el rendimiento académico y a crear hábitos de estudio. Sin embargo, estos beneficios se circunscriben a los deberes personalizados», insiste en que «los deberes no deben sustituir a las clases» y asegura que «los deberes sin planificar, solamente para que el alumnado trabaje en casa, no tienen sentido» y «no corregir las tareas no sólo no tiene incidencia alguna en la trayectoria del alumnado, sino que, además, provoca frustración». Sobre la vida en familia, destaca que «las tareas escolares impiden frecuentemente que las familias realicen actividades de ocio que, en muchos casos, también son educativas, por lo que no es nada extraño que los padres terminen haciendo los deberes ante la angustia de sus hijos, lo cual, obviamente, no tiene sentido». En cualquier caso, Mínguez insiste, «hay una pregunta que debería realizarse todo docente antes de mandar deberes: ¿Es realmente necesario?»

Colocamos en un plato de la balanza lo ‘negativo’: Los deberes vienen a ser como las horas extras en el trabajo para alargar la jornada escolar, mucha presión para los niños y dolores de cabeza para los padres. Pueden generar y aumentar las desigualdades sociales. En el otro plato, la parte positiva: ayudan a consolidar y reforzar los contenidos de lo trabajado en clase y mejoran autodisciplina y hábitos de estudio que todo alumno debe adquirir.

El problema está servido: ¿Deberes sí o no? ¿Qué tipo de deberes deben hacer los niños? ¿Son realmente útiles los deberes? ¿Los deberes entendidos como pequeñas tareas para que los alumnos afiancen la explicación del profesor en el aula? ¿El tiempo dedicado a los deberes se traduce en un mejor rendimiento académico? La respuesta es muy complicada. Nosotros defendíamos esta tesis: «Es fundamental saber graduar y no saturar al alumno». En mi carpeta de reclamaciones a la dirección de nuestro centro, llegaban muchas quejas individuales de alumnos o padres, y también de las asociaciones de alumnos o padres, pero jamás nos llegó una sola protesta sobre los deberes en sí, sino sobre los ‘excesivos’ deberes y la acumulación de exámenes. Un alumno no puede pasarse diez horas de un fin de semana realizando láminas de dibujo. Estos casos son los que irritan y cabrean a los alumnos y a sus padres. Por otra parte, si no existe una buena coordinación entre los profesores puede haber periodos en los que se acumulan demasiados exámenes y esto provoca el nerviosismo del alumnado. Es necesario un protocolo que ayude a espaciar los tiempos entre examen y examen. Esta era la gran batalla del Ampa del instituto en la que contaban con nuestro apoyo. Insisto, «deberes sí, pero con cordura y sin cargar ni atiborrar demasiado a los niños».
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