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Estado original

08/08/2020
 Actualizado a 08/08/2020
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¡Con esto parecemos todos cirujanos! Lo decía un turista regodeándose de la mascarilla mientras, abriéndose paso entre un considerable gentío, salía pisando lentamente los candentes granos de arena de una playa de Pontevedra.

Razón no le faltaba al hombre enmascarado playero. Estamos ante un flagrante caso de hábito que hace al monje. Desde el inicio de esta crisis sanitaria han proliferado los casos sobrevenidos de epidemiólogos, médicos expertos en medicina preventiva, virología y demás especialidades asociadas al fenómeno de las redes sociales, magnas facultades expendedoras de títulos a bocajarro. Al final tendremos que agradecer que todo esto haya servido para que salga a la luz tanta sabiduría agazapada.

Bromas aparte, lo del embozo es algo que algunos llevamos particularmente mal pese a que la inventiva mercantil ha desplegado su imaginación ofreciendo modas variadas para hacer más liviano el cautiverio bucal. Vemos estampadas sonrisas, calaveras, banderas, anagramas, reinvindicaciones la mar de originales. Originalidad, curioso término proveniente, cómo no del latín, y que entraña una contradictoria polisemia al significar una cosa y la contraria al mismo tiempo. Me explico. Original es el que es fiel a sí mismo, por el que no pasan modas ni adulteraciones, genuino, inimitable, como esa vieja amiga de la niñez que tras veinte años de ausencia vuelve a gastarte aquellas mismas bromas pesadas que tanto te irritaban, pero que son esperables, porque de lo contrario ella no sería ella. O como ese pan de leña que venden en la panificadora de mi pueblo y que sigue sabiendo a bocadillo de filete después de un reciente baño en el río Torío en un día de canícula impenitente. Pero original refiere, además, al que parece estar siempre al día, novedoso, en reinvención constante, porque se adapta y renueva como viento que revolotea entre las montañas repeinando las hojas de los robles, o como esos tonos del sol que varían al compás del movimiento del día repintando las vistas de tonalidades siempre nuevas, ora amarillo matutino ora dorado cobrizo de atardecer reposado.

El estado original que buscamos como cloroformo para estos temerosos días en nuestros concurridos pueblos, oteando el horizonte silenciosos, rebuscando recuerdos que hieren a la par que alimentan, consolándonos de esta orfandad que nos deja la evanescencia. Combatiendo temores.

Estos días de estío incierto, nuestros ojos se asoman al exterior con la impaciencia creciente del viejo niño que, deseando volver a su estado original, regresa en busca de aquel baúl lleno de juguetes que dejó abandonado en el cobertizo de la casa familiar del pueblo.
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