17/01/2020
 Actualizado a 17/01/2020
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Pues ya tenemos Gobierno. Les reconozco que aún no lo tengo asumido, me parece como si estuviésemos asistiendo a una broma pesada del programa ‘Inocente, inocente’ y en cualquier momento fuese a salir Iturriaga o quien quiera que lo presente ahora, a reírse de nosotros en nuestra cara.

Lo que más me sorprende, es el grado de encaje que tiene la ciudadanía a según qué cosas y de qué partido les venga y es que, de verdad, tenemos lo que nos merecemos. Pedro Sánchez e Iván Redondo empezaron tímidamente a dar pequeños arañazos a la opinión pública. Imagino que, para su agradable sorpresa, vieron que a la gente parecía no importarle. Posteriormente esos arañazos fueron más y más fuertes, sin reacción de la gente, hasta que ahora dan burdos zarpazos, viendo con satisfacción que a los españoles parece como si ya nos diese igual 8 que 80 con tal de que nos den ocio y disfrute.

Con eso de los zarpazos me refiero al continuo cúmulo de despropósitos a los que nos tienen acostumbrados día sí y día también, en un ataque a la higiene democrática y las buenas costumbres que, como les digo, la gente parece pasar por alto.

Imaginen por un momento si a Rajoy, por decir alguno, se le hubiese ocurrido colocar en su Gobierno a nada menos que 22 ministros y ministras aumentando el gasto casi un 40%.

Imaginen que, en un gobierno del Partido Popular, el vicepresidente fuese marido de una de las ministras y que esa ministra, con 31 años, tuviese como expediente haber estado 6 meses de cajera en un supermercado.

Imaginen con un gobierno de derecha, que esa ministra de precisamente igualdad, esposa del vicepresidente y con una única línea en su currículo, formase un equipo de ‘altas cargas’ excluyendo a cualquier hombre y poniendo de directora del instituto de la mujer a una individua que anima a sodomizar a los hombres para conseguir la igualdad.

Imaginen en gobiernos pasados que, sin ningún rubor, se designase a un exministro totalmente partidista y partidario como fiscal general del Estado.

Hagan el ejercicio de imaginar cómo estaría la opinión pública y publicada ante tales atropellos si en lugar de partir de la rosa, partiesen de la gaviota, ¿se imaginan? esto sería una olla a presión a punto de estallar

Ahora la gente parece anestesiada, narcotizada y encajan cualquier barrabasada con una indiferencia preocupante propia de sociedades poco formadas e informadas.

Hay que reconocer que gran parte de la culpa la tiene el propio Partido Popular con sus distintas políticas de ayudas y concesiones a ciertos medios de comunicación, pero la sociedad con su indiferencia ante los despropósitos, estamos de manera implícita autorizando a que, desde el Gobierno, cada vez pisoteen más nuestros derechos y la propia democracia.
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