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España debe volver a la cordura

18/12/2018
 Actualizado a 12/09/2019
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Son demasiados los desvaríos que el ciudadano de a pie, trabajador tempranero, cansado de la jornada, atacado por las administraciones, contribuyente irredento y paciente, asombrado ante tanta insensatez y manifestaciones públicas de sus representantes políticos, está soportando desde hace mucho tiempo.

Echa en falta sensatez, diálogo, concordia y reformas razonables de todo lo que sea necesario.

La fatiga que le invade es de consulta psiquiátrica ante el derroche de energías y dineros que salen de las arcas del Estado español, como si el dinero lo fabricaran ellos y no existiera control del gasto porque, una vez que acceden a la poltrona, todo se lo permite esa inmunidad injusta que da la política.

Si quieres ser ‘padre de la Patria’ debes ser honrado servidor de aquello por lo que luchas y no ser un mero alzador de manos que obedece gregariamente al mandamás del partido para lograr una votación que muchas veces su resultado socava los cimientos de la dignidad y del futuro de la Nación.

Siempre hemos dicho que los atrabiliarios, aprovechados, descerebrados, egoístas y desnortados ambiciosos políticos se desenmascaran cuando el pueblo se empapa de ciertos hechos que han sucedido en otros momentos peligrosos, graves y nada aleccionadores para un país porque han supuesto enfrentamiento, luchas entre hermanos y sangre.

Las diatribas que lanzan algunos personajes en la tribuna del Congreso nada tienen que ver con las buenas maneras, la concordia y , por supuesto, la conciliación entre habitantes de un país donde hay que desterrar el odio y la descalificación del otro.

Harían muy bien todos los que están involucrados en considerar la ‘memoria histórica’ que es mucho más rentable para las futuras generaciones establecer foros de encuentro con el fin de estimular el encuentro entre ideologías, asumir los errores propios y los contrarios y enterrar el hacha de guerra porque las posturas extremas no son aconsejables en un país que cuando sale a relucir la intransigencia y el odio, más vale que no se ocurra interponerte en esa espiral de violencia que siempre se ha generado.

Ejemplos hay recientes en la Historia donde los que se dan ahora de víctimas parece que no se han detenido a leer las tropelías que cometieron cuando detentaron el poder y quisieron imponer sus criterios exactamente lo mismo que sus oponentes cuando lo tenían bien amarrado.

Unos y otros, con claros ejemplos en ambas orillas, muy similares a los que se están dando ahora, fueron los artífices del retroceso de España que parece poseer una especie de predilección por el sistema del cangrejo en lugar de tratar de construir una sociedad democrática avanzada, justa y emplear sus fuerzas en satisfacer las necesidades de sus ciudadanos en materia social: ancianos, educación, cuidados a los necesitados, progresivo bienestar de los trabajadores y una mejor distribución de las riqueza y aprovechamiento del patrimonio público, aplicación de la justicia y racionalidad en los impuestos que son descabellados y confiscatorios sólo para mantener el desaforado gasto público que no cesa de aumentar a pesar de todas las recomendaciones en este sentido, colocando a todos al borde del abismo con esa descomunal deuda pública.

Los grandes partidos nacionales deberían plantearse cordura, diálogo, humildad, colaboración, honradez y lograr la centralidad, desterrando la radicalidad.

Se puede lograr, no es una utopía y sí una realidad si aquellos que calientan las poltronas dejan su ambición y malas artes en la cuneta.
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