España 3 - 1 Estonia: 'España saca el ‘rodillo’ en El Toralín'

La sub-21 deja prácticamente sentenciada su presencia en la próxima Eurocopa imponiéndose a Estonia con un gol de Fabián y un doblete de un Mayoral inmenso

A. Cardenal
27/03/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Mayoral trata de picar el balón ante la salida del portero. | MAURICIO PEÑA
Mayoral trata de picar el balón ante la salida del portero. | MAURICIO PEÑA
La sub-21 sigue siendo un rodillo. La selección no defraudó  y se deshizo de Estonia (3-1) gracias a un gol de Fabián y un doblete de Mayoral que dejan el billete a la Eurocopa de Italia prácticamente sellado, ya que cuenta con seis puntos de ventaja respecto a Eslovaquia, a la que solo le quedan tres partidos por delante.

Y es que aún con la clasificación prácticamente en el bolsillo , Celades no defraudó al Toralín y apostó por el once de gala, con Ceballos, Mayoral, Oyarzabal y Carlos Soler formando un ataque de Primera.

Con semejantes mimbres, es imposible que el cesto salga mal. Poco tardó la ‘rojita’ en hacerse con el timón del partido. Una tímida contra de los estonios que abortaba sin mayor problema Soriano, una de las pocas novedades en el once español respecto al que le endosó una ‘manita’ a Irlanda del Norte, fue el preludio de un recital coral.

La selección no ha necesitado de balones de oro para librarse del estigma de eterna favorita y convertirse en un equipo ganador. La fortaleza de España pasa por mantener vivo el legado de Luis Aragonés y apostar por un fútbol en el que el bloque decanta la balanza y donde la idea predomina sobre todo lo demás, una filosofía que ya se ve desde las categorías inferiores.

Y cuando el talento acompaña, todo es más fácil. Diez minutos duró el muro estonio. Fabián recogía un balón en la frontal tras un saque de esquina, amagaba el tiro para dejar por los suelos a su marcador y ya sin oposición, abría la lata con un disparo cruzado imposible para Igonen.

El tanto no detuvo el empuje español. Fabián, muy activo entre líneas, aprovechaba que los visitantes formaban una línea de hasta seis jugadores en defensa cuando los de Albert Celades tenían el balón para asociarse con Soler, Oyarzabal y Mayoral. En las botas del madridista estuvo el gol de la tranquilidad. El delantero se plantó mano a mano ante Igonen, pero su remate picado lo sacó el cancerbero con el pecho, evitando que el partido quedara visto para sentencia en menos de veinte minutos. Tampoco tardaron mucho más los españoles en rematar la faena. Sobrepasado el ecuador del primer acto, Estonia se estiró y empezó a llegar a los dominios de Soriano, pero más allá alguna acción a balón parado, no puso en apuros al sevillista y terminó pagando su ambición.

Mayoral, gol en la sangre


En un nuevo acelerón antes del descanso, España dejó el choque más que encarrilado. Primero lo intentó Ceballos con una acción individual en la frontal del área que se desvanecía después de que el madridista, en su afán por rizar el rizo, se viera rodeado de rivales en la frontal y perdiera su oportunidad de reivindicarse.

Al ex bético le faltó la practicidad y el instinto de Mayoral. El también madridista perdonó en la primera que tuvo, pero no mostró piedad en la segunda. En la enésima internada de Soler por la banda derecha, el valencianista ponía un centro medido que Mayoral desviaba lo justo para despistar al guardameta visitante y dinamitar la resistencia báltica. El Toralín se entregó de forma definitiva a la ‘rojita’ y solo los reflejos de Igonen, sacando con el pie un disparo raso de Soler, evitaron una goleada al descanso.

No hubo tregua. En la reanudación España salía dispuesta a gustar y gustarse, y Mayoral, imitando a Kroos, mandaba uno de esos pases a la red marca de la casa del alemán para sentenciar definitivamente el choque.

La comodidad no le sentó bien al combinado nacional. Tras una jugada de tiralíneas entre Mayoral y Ceballos, encadenando una pared tras otra hasta plantarse en la portería, Estonia, ya sin nada que perder, aprovechó la relajación local para tratar de meterse en el partido.

Fue más que un susto. Sinyavsky acortaba distancias a media hora del final y prácticamente a continuación Soriano, tras una pérdida en campo propio de Aleix, sacaba una mano salvadora para evitar lo que hubiera supuesto el 3-2.

El aviso despertó a España, que volvió a hacerse con el balón y asedió la portería de Igonen, pero no tuvo la claridad de ideas del primer acto y tampoco quiso gastar más energías de las estrictamente necesarias. Con una hora para enmarcar fue suficiente.
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