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Escupeperros y la faltriquera

16/06/2019
 Actualizado a 17/09/2019
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Decía Sidoro, que decía Laureano La Chiva, que le había contado el Tío Perico porque a él se lo había dicho el Tío Justo, que era hombre de saberes y por tanto la sentencia venía avalada —no como las pijadas del Constitucional, la Junta Electoral, el Tribunal Supremo y todas esas mandangas de paisanos vacunados— que, y ahí va la teoría: «A mí si queréis echarme encima una carga me la echáis a la conciencia, que donde me joden es en la espalda».

La cosa no había tenido mayor ringo-rango hasta ahora, se había quedado en esos anecdotarios de por la noche, con nieve, con algún fervido de vino caliente con azúcar y a alguien se le ocurriría si no sería buena idea madrugar un poco, tocar a la espalada y limpiar las calles.

- Ome, no me jodas, ahora vamos a ponernos a tirar de La Nacional (que no se vengan arriba los de Vox que era la marca de las palas que tenía Pepín en la tienda)... Yo me quedo en la cama para si hay algo más grave estar descansado.

- ¿Y no te da cargo de conciencia vercómo están las calles que la gente mayor no se puede mover de casa?

- Pues ahí te voy a dar la razón; cargo de conciencia sí me da, pero te voy a ser sincero, a mí los cargos en la conciencia no me molestan, donde me joden es en la espalda.

Pues ahora resulta que la cosa va mucho más allá de una teoría tabernaria y nocturna en un bar donde «no se prohibe cantar pero el local tiene muy mala acústica» y ha alcanzado el rango de teoría filósofica digna de entrar en el catálogo platoniano del Grupo de Filósofos de lo Rural sin Obra Publicada y las Filósofas de lo Rural en Bata Guateada al Salir al Panadero.

Y es que estuvimos estos días avionando lo de los pactos y las conversaciones y los decapartitos y la maturranga (nótese que Villaquilambre también es Torío y fue Escupeperros quien dio con la teórica del tema.

- ¿En qué se basan los pactos?

- En que los cargos... a la conciencia, que a nosotros donde nos joden es en la faltriquera de las perras.
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