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17/08/2018
 Actualizado a 07/09/2019
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Son muchos los leoneses, incluidos algunos afortunados compañeros de esta redacción, que viven esta semana una depresión con origen compartido: el Sonorama.

El festival que transforma a un pueblo cada mes de agosto me hace pensar mucho en por qué nadie pensó en ello antes en esta santa provincia. Dice el tío Mirantes que no lo quiere en Secos, que quiere continuar disfrutando de la tranquilidad del Porma todo el año, pero lo cierto es que es imposible negar el impacto positivo en muchos ámbitos que al menos durante una semana tiene el Sonorama en un pueblo con exactamente los mismos problemas que muchos de León.

Porque aunque muchos no lo quieran ver la música y la cultura en general pueden ser motores de muchas localidades. Y si no que lo pregunten en ese milagro llamado Cerezales. Eso sí, las ideas son fáciles, pero ejecutarlas y gestionarlas es lo que distingue los buenos proyectos de otros con fecha de caducidad y generadores de más problemas que beneficios.

Además de la Fundación Cerezales, toda España tiene otro ejemplo en el que fijarse en León capital, en el Purple Weekend. Diferenciarse del resto con unas señas de indentidad muy claras no solo le han hecho sobrevivir sino convertirse en una referencia y posiblemente uno de los únicos motivos que justifican una instalación como el Palacio de Exposiciones en esta ciudad.

Un espacio que ojalá remueva la inquietud de los muchos pequeños promotores de la ciudad y aclare la visión de los gestores de lo público para poder repetir un evento similar en otro momento del año que refuerce la agenda cultural local y suponga un atractivo para los de fuera. Y si no pues habrá que ponerse a ello. Es una amenaza.
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