Esa puta pandemia de los años

CONTRAPORTADA | Por Antonio Barreñada

Agustín Berrueta
19/07/2021
 Actualizado a 30/08/2021
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José Vadillo pasea la mañana que engaña al verano por la Parada de Villafañe. Si le preguntas que qué tal, te responde que «aquí, ¡haciendo horas!». Muchas, muchas horas tiene José (siempre con la ayuda de Gelina) de campo labrado, de ganado atendido…

Mucho se aliviaron las labores cuando se dejó de uncir el yugo y se llenaron los amaneceres de esos bramidos cebados en gasoil. Difícil mejorar lo bien contado por Paco Flecha cuando describía aquellos viejos Lanz del Páramo y la Ribera, los que costaba hasta blasfemias poner en marcha, pero, una vez en ello, ni Dios paraba. Y vinieron los Zetor del Este, y los Barreiros orgullo patrio, y los Ebro subvencionados en desarrollismo del Régimen, que sigue siendo especial y agrario… Y esos poderosos ciervos saltarines verde y oro de los maizales.

Eran muy a lo suyo, rústicos: apenas unos relojes de combustible y aceite, temperatura, revoluciones… cuatro palancas y una toma de fuerza a la que se enganchaba todo lo posible y alguna cosa más. Hasta el perro se sentía a gusto cuando subía allí, entre las piernas del amo. Nada que ver con estos colosos del momento cuyas cabinas, dice un amigo del gremio, más que de tractoristas son para pilotos aeroespaciales.

Ese 2130 no fue el suyo: era de Toño, quien junto a José, a Julio, Amable, Santos y Juan el francés formaban la cuadrilla que ha recorrido los corros de luches, socializando la ocasión en las más fraternas mesas, como debe ser.

«Del salón en el ángulo oscuro» cantó Bécquer a la tal vez olvidada arpa. Demasiados oscuros, demasiados olvidos, tienen nuestras gentes. ¿España vaciada? De qué, o cómo, o por qué, si ellos la dejaron llena de sus vidas, de sus años generosamente entregados surco a surco. En ese rincón comparten recuerdos, vivituras. La herrumbre carcome a uno, en el otro la mascarilla obligada cubre una cara surcada por tanta vida y, así, como compañeros de los esfuerzos, a lo mejor hablan José y el viejo ‘Yondir’ de esa puta pandemia de los años.

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