21/04/2022
 Actualizado a 21/04/2022
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Ahora que España observa, como reconocía el presidente de la Junta en su toma de posesión, es el momento de elegir con precisión de cirujano cada palabra. Castilla y León estrena gobierno y es un ejecutivo inédito entre PP y Vox que va a ser fiscalizado sin descanso. Un marcaje estrecho de la oposición, los medios de comunicación, los agentes sociales y hasta del Gobierno de España (anunciaba Pilar Alegría el martes incluso que pondrían todos los recursos legales disponibles ante cualquier retroceso en derechos y libertades). Todos prejuzgamos lo que la alianza de derechas hará cuando todavía no ha hecho nada, una situación inédita en la política de Castilla y León para la que deberían estar preparando los asesores a marchas forzadas a los nuevos cargos.

La estrategia de comunicación será esencial para sortear la multitud de crisis que se avecinan en cada esquina cuando gran parte de la sociedad asume, cual pena de telediario, las presuntas decisiones que tomará el Consejo de Gobierno. Una formación y esmero exquisitos, comunicación preventiva casi de filigrana, que los líderes de ambas formaciones evidenciaron no tener, de momento. Ante la sospecha permanente de que a partir de ahora la Junta supondrá una amenaza para las mujeres Mañueco respondía un escueto y casi desafiante «es lo que hay» a los periodistas tras anunciar su gobierno nada paritario. Gasolina para inquisidores. Ante la incertidumbre que genera la posibilidad de que esta coalición repita los errores de la anterior y haya dos gobiernos peleando por notoriedad, García Gallardo repetía que él es el líder de la parte del gobierno de Vox y que controlará a sus consejeros. Leña para las hogueras de la izquierda. El novelista John Galsworthy dio la clave de cómo evitarlo y de lo inconfesable que terminan siendo las cañerías de la política: «solo hay una regla para todos los políticos: no digas en el poder lo que decías en la oposición». Fíjense en Sánchez. Es lo que hay.
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