29/09/2022
 Actualizado a 29/09/2022
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Hubo un tiempo en el que, si la televisión se veía mal, el problema era simple y llanamente «de allá». Pese a que en realidad nadie sabía el motivo, tal sentencia servía para que los micos no diésemos más guerra a la hora de los dibujos y nos imaginásemos a unos marcianos pateando los satélites e intentando fastidiarnos el mejor momento del día.

Y ahora ocurre algo muy parecido con el cambio climático. A nadie se le escapa que sus efectos son cada vez más evidentes, pero al mismo tiempo –y quizá por su carácter abstracto– sirve para que le echemos la culpa de todo.

¿Los incendios? Culpa del cambio climático, pero no de tener selvas en lugar de montes por haber cedido a las presiones ecologistas y por haberles hecho la vida imposible a los ganaderos hasta que han huido con sus rebaños.

¿La crisis energética? Culpa del cambio climático, ya que aumenta la probabilidad de fenómenos meteorológicos extremos y eso genera perturbaciones en el mercado y subidas de precios, pero en ningún puede deberse a las improvisaciones y los parches de los gestores de la cosa pública cuando renunciaron a marchas forzadas a nuestras nucleares o nuestras térmicas y nos dejaron a merced de los foráneos (con lo que ello supone para nuestra presión testicular como nación y al margen del estado de salud mental de quienes manejan el cotarro por ahí fuera, que en algunos casos alcanza el diagnóstico de avería).

Quizá la presencia de papones en las calles de la cuna de la democracia en pleno mes de septiembre se pueda achacar también al cambio climático. Quizá sea también un efecto añadido a las olas de calor o las danas, que llevan irremediablemente nuestro clima a los extremos, aunque me da que estos van a durar más que los de la política, porque a los que llegaron al poder con coleta y aprovechándose del sufrimiento de la gente les van a seguir los que se dejaron perilla para asemejarse a los jinetes del Apocalipsis.

Solo deseo que el cambio climático sirva también para que quienes nos gobiernan dejen de echarle pimientos a sus fotos y le echen huevos a su trabajo exigiendo todo lo que espera esta tierra y no alegando que el problema «es de allá».
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