Erradikemos la Coca Cola

06/12/2016
 Actualizado a 01/09/2019
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Ahí, a la vuelta de una de esas calles que de tan leonesa como es no sabemos muy bien su nombre –(¿Cuesta Castañones, Cuesta Castañón, Cuesta de los Castañones...?)– aparece uno de esos carteles (letreros o pintadas irían en el mismo saco) que nos hablan de la vocación universal de las gentes de esta tierra, al menos de sus soñadores, de los militantes de la tribu de los utópicos. Y así hacemos votos por un ‘Gibraltar libre’, que tiene mérito pues con la necesidad que tenemos de liberar a algunos de nuestros pueblos olvidados nos queda tiempo y energía para liberar a Gibraltar ¿Y el peñón para quién? Yo la verdad, no lo queremos, que en mi pueblo sólo nos sobran las peñas.

Las paredes son, seguramente, la columna de opinión sin papel ni red que alberga más sueños. En el barrio de San Mamés reinó durante muchos años la madre de las utopías hecha pintada:«Erradikemos la Coca Cola». Tuvo además un aire muy cercano y romántico cuando fue tapada y en su lugar escribieron, con la misma letra: «Viva el Bandolero de Omaña». Por cierto, el citado Cañueto se fugó y del bueno del bandolero nada más se supo. Hay utopías que llegan a buen puerto.

No se puede decir lo mismo de otras que por allí mantienen sus restos aún sin borrar:«Más escuelas y menos cárceles», «prohibido fijar cuarteles»...

En la esquina de las utopías ahora se lee:«Hazte un favor y piensa».
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