¿Eran menos felices?

En estos tiempos en los que un carro mezclador para controlar la alimentación de las vacas como si fueranmedallistas de la selección rusa de gimnasia rítimica no baja de 40.000 euros, muchos ganaderos todavía no conciben que tienen una empresa. Me lo expone claramente un veterinario que lleva toda la vida ayudando a sacar adelante cientos de ganaderías: el 90%, a día de hoy, tiene una única cuenta corriente par alos gastos de la explotación y los de la familia. Para ellos es una forma de vida y eso es algo que no ha cambiado. La mayoría no coge vacaciones y ni se les ocurre ir a dormir a las colmenas de Benidorm ytirarse en la arena de la playa toda una quince del verano.

Un profesor colaborador –ya jubilado– de una histórica factoría me expone que la media de baja anual de los trabajadores que se tiraron 30 años currando en los comienzos de la empresa no llegaba a tres días. En la siguiente generación subió a 17 y en la siguiente ‘al que más corra’. Además, de los primeros, la mitad no cogió una baja en todo el tiempo que estuvo en la empresa y muchos renunciaron a las vacaciones para que se las pagararan. La empresa era suya. Les garantizaba el trabajo y le daba estudios a sus hijos. Era otra forma de vida.

Reflexiona un ganadero de ovino ¿Esto puede ser posible?: Mi padre tenía 220 ovejas, nos dio estudios con carrera a tres hijos, hizo casa en el pueblo y compró piso en León. Tengo 700 ovejas, produzco cinco veces más por oveja de lo que el producía, me las veo y me las deseo para comprar un piso y no tengo liquidez. Pero tampoco estoy dispuesto a hacer la vida de pastoreo de mi padre, que salía por la mañana a pastar con el rebaño y volvía por la tarde. Claro, que si te pasas 14 horas pastoreando, los costes de alimentación son mínimos, te producen menos, pero a coste cero y no tienes tiempo para tomar los tres cafés diarios que se toman ahora. El gasto mayor son pilas para la radio.

Menos tecnología, más trabajo y menos vaciones, pero ¿eran menos felices?