"Era un chorro constante de gente que venía a tomar las aguas"

Hubo balnearios por toda la provincia, para muchos leoneses tomar las aguas eran las únicas vacaciones tras las faenas agrícolas, y se han perdido casi todos, olvidados, abandonados...

Fulgencio Fernández
21/06/2015
 Actualizado a 19/09/2019
Curiosa leyenda en el caño de las Caldas de San Adrián. | MAURICIO PEÑA
Curiosa leyenda en el caño de las Caldas de San Adrián. | MAURICIO PEÑA
El hombre, vecino de San Adrián, se queda mirando extrañado ante la pregunta e insiste:«¿El balneario? Es esa casa de ahí enfrente, pero lleva treinta años cerrada. Si quieren agua hay un manantial ahí en la huerta, que le han puesto un caño pero...».

- No es para bañarse, es para un reportaje sobre antiguos balnearios.
- Pues éste fue muy importante. Era un chorro constante de gente que venía a tomar las aguas, dicen que eran de las mejores, no solo para el reúma, también para lo de orinar, para los nervios y hasta para abrir el apetito...
La conversación se repite en numerosos puntos de la provincia. La importancia del balneario, las características del agua y la cantidad de gente que acudía a estos lugares a «tomar las aguas». En muchos sitios están tan orgullosos de ellas como en San Adrián, un poblado cercano a La Losilla (Boñar) que su principal atractivo era el balneario, como lo era en Villanueva de la Tercia, Nocedo de Curueño, Morgovejo, Boñar, Llánaves de la Reina o, incluso, la famosa fuente del azufre de Ponferrada, desaparecida bajo la furia de una riada y que no se ha vuelto a poner en pie.Sólo Caldas de Luna mantiene abiertassus puertas como balneario y hotel  Solamente dos mantienen la llama del agua caliente encendida: Caldas de Luna, arreglada como hotel balneario, abierta al público durante todo el año; y Getino, a la orilla del Torío, el único abierto y gratuito, en el que el Ayuntamiento arregló una pequeña construcción para quienes acudan a bañarse, con la desgracia de que en las obras parece que se perdió parte de su caudal.Los numerosos balnearios que tuvo la provincia —los ya citados y otros muchos que aparecen en el gráfico de la página siguiente—son fruto del auge que la terapia de las aguas termales tuvo a principios del siglo XX, época en la que se construyeron la mayoría de los edificios. Siempre se ha mantenido que fue la burguesía la que puso de moda acudir a los balnearios pero no es menos cierto que son muchos los testimonios que hablan de trabajadores, agricultores, ganaderos, que hablan de tomar las aguas como sus únicas vacaciones. Tomamos uno de ellos, de Josefa Díez, aparecido en la efímera revista La Voz del Torío:«Después de las solanas de segar y meter la hierba la única forma de aguantar los trabajos de la trilla era pensar que cada año acudíamos varias vecinas a tomar las aguas en San Adrián, no se si eran buenas para el reúma, que no nos podíamos permitir el lujo de tenerlo, pero volvíamos descansada y felices. Íbamos a San Adrián porque nos quedaban cerca y hablaban muy bien de ellas», explicaba la mujer.Getino permanece abierto de manera gratuita pero en un espacio muy pequeño El vecino de este pueblo insiste en esa idea. «Venía gente de todo tipo, los señoritos dice que iban más a Boñar, que hasta tenía un hotel». Realmente el hotel estaba enfrente, otra histórica construcción que fue sanatorio antituberculoso (hasta que se abrió el Monte San Isidro), después Hotel, después centro de naturaleza Pardomino y hoy... otras ruinas más.Es una pena que cuando se volvió a poner de moda la balneoterapia, con los programas de termalismo social para los jubilados, los numerosos centros leoneses (con excepción de Caldas de Luna) fueran solamente unas ruinas, sin ninguna posibilidad de acceder a este programa financiado por el Imserso. Las historias y anécdotas que se cuentan de los balnearios son de todo tipo. En Villanueva de la Tercia repiten la historia del caballo delmédico de la comarca, Roque Acevedo, que iba a visitar a los enfermos y dejaba su caballo, viejo y con reúma, paciendo. Se dio cuenta de que al regresar el animal siempre estaba en la misma zona y bebía en el mismo manantial, y lo que le resultaba más sorprendente es que comenzó a mejorar de sus males de reúma. Le llamó la atención al médico, descubrió las aguas termales, las analizó y allí levantó un balneario que también fue un gran edificio y hoy es, también, pasto de las ruinas pese a las características especiales de este lugar, situado a más de 1500 metros de altitud. Las aguas fueron declaradas de utilidad pública en 1928 y están muy indicadas para el reumatismo y las artritis dolorosas, además de para la hipertensión.El aspecto más llamativo es que curan la gota.En la actualidad allí sigue el manantial y se puede, por la parte posterior del edificio, cogerla.Esa realidad de un balneario convertido en una simple fuente, como se citó asimismo en San Adrián, es la realidad de muchos de los que aparecen en la lista de la provincia. Las de Nocedo (en el Curueño) tuvieron su época de esplendor en las décadas de la mitad del siglo XXpues eran sus dueños la poderosa familia de los Fierro, en aquellos tiempos seguramente la más rica de España. Pasaban ellos y sus amistades largas temporadas estivales, levantaron una capilla y organizaban allí todo tipo de eventos, como un recordado corro de lucha al que llevaban a los mejores luchadores de toda la provincia y enviaban a buscarlos a sus pueblos a los chóferes y sus espectaculares coches. También esa riqueza pudo ser la causa de su ruina pues cuando hubo interés en rehabilitarlo se encontraron con que a la familia le daba lo mismo, ya lo habían abandonado y su deterioro sigue.

Llamativo es el caso de la Fuente del Azufre, de Ponferrada, y su fonda, que curaban los herpes pero también «los males del alma». Fue arrastrada por una riada del Sil y no ha quedado nada.

Los recortes de publicidad de los balnearios hablan de todas las características de sus aguas y prometen bondadescasi sobrenaturales. Es fácil que exageraran, pero lo que es una evidencia es que lo peor es lo actual, la ruina, el abandono y la desidia.

Se nos hunde hasta el agua... y los edificiosque la albergaron.
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