"Era demasiado bello como para dejar de organizarlo"

Coordinadora de los Encuentros Poético-Artísticos en La Lobera de Gredos (Ávila) que se vienen celebrando desde hace trece años, presenta este viernes en la Biblioteca Padre Isla la antología de los mismos que contará con una amplia representación leonesa

Mercedes G. Rojo
28/11/2019
 Actualizado a 28/11/2019
La poeta y gestora cultural leonesa Ángeles Fernángómez. | L.N.C.
La poeta y gestora cultural leonesa Ángeles Fernángómez. | L.N.C.
Al hilo de la próxima presentación en León de la Antología de Encuentros Poéticos-Artísticos en La Lobera de Gredos, que tendrá lugar este viernes a las 19:30 horas en la Biblioteca Municipal Padre Isla, entrevistamos a la coordinadora del ciclo y antóloga del libro, la leonesa Ángeles Fernangómez, para que nos cuente más acerca de estos hechos literarios y de la huella leonesa en los mismos, una huella que nos muestra su capacidad para tender puentes entre lugares, creadores y hechos artísticos. Una huella que trasciende y a la que podremos acercarnos en apenas unas horas y que nos habla de la fuerte implicación entre Arte y Naturaleza.

– Habitualmente, y aunque desarrollas tu faceta literaria en otras tierras, ejerces siempre de leonesa ¿A una escritora la definen sus raíces?
– ¡Vaya si definen las raíces la labor de escritura! y no podría ser de otra forma. La raíz de una planta, aunque lo parezca, no representa a sus pies sino justamente a su cerebro, y el cerebro es quien dicta lo que la mano escribe. En mi caso, mis raíces leonesas impregnan buena parte de mis textos, tanto si escribo poesía como narrativa, y tanto de forma implícita como explícitamente. Pese a que Madrid (y otros lugares) me han acogido amablemente y me siento vinculada y agradecida, sin embargo, León está en lo más profundo de mí; cada día repito más eso de que me siento leonesa de pura cepa, pese a que el mundo sea mi casa.

– En tu caso y desde el acto tanto creador como de difusión si es que la hay, ¿qué encontramos en cada uno de tus actos creadores y de difusión de esa influencia leonesa? ¿Hasta dónde llevas el ejercicio como leonesa?
– Hasta todo, es como un rastro que dejo allá por donde voy, como el caracol que marca con brillo su camino. Todo el mundo sabe que lo soy, a veces pienso si es que hay alguna marca especial que nos distingue y se me nota, pero luego recapacito «¿cómo no van a saber que soy leonesa si siempre lo estoy repitiendo?» Y eso marca impronta en el acto creador. Yo nací en Villacorta, un pueblecito del Alto Cea. Viví también de muy niña en La Mata, cerca de Boñar y, más tarde y por más tiempo, en Calzada del Coto, cerca de Sahagún. Por último, di con mis pasos en León capital, donde viví parte de mi adolescencia y primera juventud, años decisivos que te marcan. Después de todo esto, cuando por motivos de trabajo me traslado a Madrid, León ya está grabado a fuego en mí; y siempre vuelvo y vuelvo a casa.

– Centrándonos en la labor de gestora cultural que también y tan bien desarrollas, ¿cómo surgen y cómo llegan hasta hoy esos 13 años de Encuentros en La Lobera?
– En este terreno he sido bastante prolífica, tal vez demasiado; me ha gustado organizar cosas y disfruto con ello. Recuerdo que mi querido y gran poeta Rafael Soler me lo recriminó con cariño más de una vez y se «enfadaba» conmigo por ello; me decía que gastaba mucho tiempo en eso y que lo tenía que hacer era sentarme a escribir y no dispersarme, ya que nos podíamos perder a una poeta si no lo hacía. Nunca le agradeceré lo suficiente aquellas broncas por puro cariño. Y, en gran medida, le hice caso; yo creo que él lo sabe. Sin embargo, en lo que respecta a los Encuentros Poético-Artísticos en La Lobera de Gredos, no pude ni quise hacérselo; esto era demasiado bello como para dejar de organizarlo año tras año. Previamente al 2007, la poeta y amiga recientemente fallecida Edith Checa, había organizado algunos encuentros rurales en otro pueblo de Ávila, que dejó de hacer al trasladarse a Sevilla. Yo conocía el paraje de La Lobera de Gredos y lo que Kike y Luz habían creado en aquel entorno salvaje perdido en las montañas al cobijo de los Galayos. Animé a Edith a que continuara con los encuentros en este lugar, pero le resultaba complicado así que me instó a que lo hiciera yo misma. Y me animé. Continué otoño tras otoño, cita tras cita, y hoy hay lista de espera, pues sólo existen 30 plazas y cada vez es mayor el número de poetas, narradores y artistas que quieren asistir. Mis pretensiones no fueron las de hacer de ello una especie de congreso internacional de renombre sino más bien una convivencia entre creadores y naturaleza en la que el clima amistoso y de respeto fluyera. Y tras 13 años de larga y sana vida creo que La Lobera de Gredos ya está más que vinculada al mundo literario del territorio español.

– ¿En qué consisten? ¿Qué lo que más destacas de ellos, con lo que te quedarías en caso de tener que elegir algo concreto a partir de lo cual poder continuar con la cita?
– Cada año me resulta más complicado confeccionar el programa; no quiero prescindir de lo que ha dado resultado en citas anteriores pero siempre quiero incorporar novedades. Algo imprescindible para formar parte de esta familia «lobereña» es que lleguemos lo más despojados de egos posible; se trata de compartir no de competir y de ser amantes de la naturaleza o, al menos, abiertos a serlo, porque si se está, la propia naturaleza del lugar te atrapará para siempre. Ella es la maestra del arte por excelencia. En el programa: espacios de ‘Arte y Naturaleza’ en los que se provoca la conexión con esta para una creación consciente, que luego se muestra; propuestas para generar ideas desde otras formas; conferencias de ponentes del propio grupo expertos en diversas materias; rondas de lecturas (y música) al aire libre y otros espacios; son el eje principal.

– Entre los «lobereños», diversos leoneses ¿en qué medida forman parte de esa cita? ¿Dejan algún tipo de impronta en estas convocatorias poéticas?
– Así hemos dado en llamarnos cariñosamente, pese a que, hace ya muchos años, decidimos ponernos un nombre oficioso (no estamos vinculados institucionalmente a nada) que elegimos por consenso: Poética en Gredos. Entre los leoneses que forman parte de estas citas de otoño en Gredos, aparte de yo misma, Arturo Amez, Juan Campal, Carmen Busmayor, Cristina Flantains, Cary Gil, Ana del Río (no sé si me dejo alguno), y Pilar Escamilla que, aunque no ha nacido en León, sí es de ascendencia leonesa y se siente muy de la tierra. Y aunque cada persona que por allí pasa, acuda de donde acuda, deja su impronta, el caso de los leoneses es especial, porque ésta no solo es literaria. Últimamente ha cundido la costumbre de que cada cual lleve algo, bien para los aperitivos o para las veladas (con queimada, por cierto) y por parte leonesa el chorizo, la cecina y hasta la morcilla, que se han hecho imprescindibles para brindar mirando a las montañas. No todo va a ser poesía.

– Hablemos ahora de la antología que se va a presentar en León este viernes, ¿por qué y cómo una antología de estos Encuentros? ¿En qué consiste?
– Recoge los textos de autores asistentes entre 2007 y 2017. Un buen número no se pierde la cita por nada del mundo y luego hay otro más flotante. Ello permite que siempre haya algunas personas nuevas que van enriqueciendo el grupo. En 2017 celebramos un encuentro un poco más especial y propuse llevar a cabo una antología que recogiera a los participantes de los mismos en ese período. La idea se acogió de buen grado. No localicé a todos ellos, algunos están incluso fuera de España, pero sí a la mayoría; lo cierto es que forman parte de la obra 84 autores y no son sólo escritores, hay también otras manifestaciones artísticas reflejadas. Absolutamente todo lo que el libro recoge es producto de creadores que han asistido a alguno de los encuentros. Poesía, narrativa, creación de cantautores, fotografía e incluso el diseño de las cubiertas son obra de autores de los mismos. No hay absolutamente nada en el libro ajeno a ellos.

– En la antología se recogen diez años de ‘Encuentros en La Lobera’, y ya vamos por el decimotercer encuentro ¿quiere ello decir que esto sigue para adelante? ¿se rescatarán también en publicación las citas que se sigan sucediendo desde la última incluida en la antología?
– Hasta que el cuerpo aguante. ¿Cómo no seguir con un proyecto tan bonito que, a pesar del trabajo que me da, me proporciona una compensación emocional que es impagable? Por otra parte, lejos de decaer, cada año va en auge, con más gente nueva que quiere entrar. Este año quedaron unas 10 personas en lista de espera por falta de plaza. Eso quiere decir que el encuentro está cada año más vivo, algo no muy normal en estos mundillos, así que, con toda la humildad del mundo, creo que algo se estará haciendo bien para que así sea ¿no? En cuanto a continuar el proyecto antológico…, si me lo preguntan el año pasado hubiera dado un rotundo ¡no!, porque el trabajo ha sido ímprobo, pero creo que el resultado ha merecido mucho la pena, con un hermoso libro que aúna tendencias, lugares y personas. Autores de diferentes sensibilidades, de calidad, de edades y géneros distintos, porque esa es una de mis máximas: que la mezcla enriquezca, en una especie de simbiosis en la que todos ganemos. Y ahora que ya se me ha pasado en parte el recuerdo de lo que cuesta recopilar una obra como esta y lograr –a mi entender– un producto sin erratas, revisado, limpio, completo y estético, si sigo con bríos, igual pasados otros 10 años propongo una nueva publicación. El tiempo lo dirá.

– La presentación de esta publicación en León contará con la participación de una gran presencia de autores locales, aunque la mayoría no aparezca en la antología ¿cuál es el objetivo de esta forma de presentarla?
– Mi gran colaboradora en León (antologada y lobereña también) Cristina Flantains, gestora y divulgadora, además de buena poeta y narradora, respondió rápidamente a mi llamada cuando le dije «venga, busca un sitio y presentamos la obra en León»; enseguida nos pusimos manos a la obra con un entendimiento magnífico. Primeramente me puso en contacto con Mª Dolores Martínez Lombó de la Biblioteca Padre Isla, con la que he mantenido una fluida y cálida relación para preparar todo esto y no puedo tener más que palabras de elogio para las dos. Después me sugirió la idea de la participación de poetas leoneses, idea que acepté incluso antes de que ella hubiera terminado la frase. Hermanábamos así el mundo literario leonés que ambas conocemos con la muestra literarias de múltiples lugares de la geografía española presentes en la Antología de La Lobera de Gredos; una fusión que pensamos como sumamente enriquecedora. Lo mejor fue que nos pusimos a la par con ello y no solo fue facilísimo entendernos sino que los escritores leoneses a quienes invitábamos, nos daban su «sí» inmediato y sin condiciones. Siento que los lazos van a ser, a partir de ahora, indisolubles. En el terreno personal, y como poeta y narradora que soy, estar cada vez más vinculada al mundo leonés de la escritura, me produce una enorme satisfacción. Por eso agradezco infinitamente a todos, uno por uno y una a una, la disposición para poner voz a algunos de los antologados que no pueden asistir. Somos seis los que nos trasladamos a León a introducir la obra o leer nuestros textos y habrá 15 escritores leoneses más que pondrán voz a otros tantos de la Antología de forma muy generosa. Me encantaría nombrarlos a todos pero me parecen demasiados para este espacio (en redes sociales sí están relacionados); son poetas de peso en el oficio y estarán representados grupos como CCC, Ágora o #Plataforma. Así, nos daremos el abrazo en nombre de todos los que no pueden estar para hacerlo.

– Para terminar: ¿Cómo animarías a nuestros lectores a acudir a esta cita del 29 de noviembre?
– Les diría que me hace feliz ser poeta en mi tierra, pero más feliz me hace aún que una leonesa haya antologado a 84 autores de toda España (leoneses algunos) y que esa misma leonesa lleve 13 otoños consecutivos agrupando a tantos creadores en torno a la palabra y los lazos de amistad que allí se crean, para descubrir que si apagamos el ruido y los pasos se aquietan, escucharemos el sonido del agua rompiendo en las cascadas, la caída alterna de castañas y bellotas, los pájaros que antes no escuchábamos y hasta el sonido tenue de las hojas amarillas y rojas del otoño al desprenderse; una conexión con lo que verdaderamente somos, un bagaje que se traduce en palabra literaria. Eso es lo que consigue de nosotros el pequeño gran paraíso de La Lobera de Gredos. Y este viernes, en León, trataremos de compartirlo con todo el que lo desee y pueda. Gracias por acompañarnos.
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