Equilibrio, Yasynona, oasis... la segunda generación de pubs

Una de las principales características de esta segunda promoción de pubs fue la música; todos querían tener lo último, el nuevo disco del grupo más llamativo del momento

Carlos del Riego
10/09/2020
 Actualizado a 10/09/2020
Aun puede verse la entrada del Equilibrio, uno de los locales punteros de León en la década de los ochenta.
Aun puede verse la entrada del Equilibrio, uno de los locales punteros de León en la década de los ochenta.
Los primeros pubs abrieron un nuevo camino que rápidamente se vio muy concurrido, ya que la novedad parecía tener muy buena respuesta por parte de los leoneses. Así apareció la segunda generación de pubs (término que a mediados de los ochenta del siglo pasado ya estaba totalmente normalizado), que mejoró notablemente la oferta de sus predecesores y que asentó definitivamente esta nueva oferta de ocio.

Una de las principales características de esta segunda promoción de pubs leoneses fue la apuesta por la música; todos querían tener lo último, el nuevo disco del grupo más llamativo del momento. Igualmente, todos los nuevos pubs instalaron poderosos equipos de sonido, con enormes altavoces distribuidos por toda la sala que reproducían fielmente las infinitas variantes musicales de los ochenta del siglo pasado.

El Equilibrio, situado frente al parque de San Francisco, fue algo especial. Al entrar la barra estaba a la derecha, con la cabina del pincha al extremo; era largo con un ensanchamiento al final. El dueño, Pío, siempre se preocupó por que la mejor música sonara allí, puesto que el Equilibrio era algo así como ‘la sede’ de esas bascas (pandillas) que por sí solas daban ambiente a cualquier local; algunos de sus parroquianos (as) estrenaban para dejarse ver a primera hora de de la noche (a partir de las 12). Aquí se colocó una de las primeras máquinas de marcianos (video-juego), que permanentemente estaba en funcionamiento y, casi siempre, con legión de mirones alrededor; compartía espacio con los ‘pin ball’ o máquinas del millón, que empezaban a desaparecer. Memorables fueron algunas fiestas del ‘Equi’, a las que nadie quería faltar; aún se recuerda aquella de disfraces en que Toño y Kike Cardiacos se presentaron vestidos de viejos generales rusos (enormes arbustos de pelo saliendo de nariz y orejas, cejas pobladas y extensas como el mato-grosso, abrigón hasta los pies, medallas y condecoraciones, gorra de plato…). Sí, el Equilibrio fue el pub de referencia durante unos años, pues no había noche en que no compareciera ‘el todo León’.

En la misma acera, unos metros más atrás, se instaló el Yasynona o Yas Y Nona o el Yas (el nombre siempre fue tema de conversación). Era un local amplio, con una decoración distinta, tal vez minimalista, y presumían de que el mobiliario había sido diseñado por el dibujante, ilustrador y artista polifacético Javier Mariscal (que se hizo famoso por ser el autor de ‘Cobi’, mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92); seguro que todos los que pasaron por allí recuerdan aquellas banquetas altas con una pata en zigzag, inclinada y mucho más fina que las otras…, típico Mariscal. De todos modos, aunque fue muy popular durante unos años y tenía un toque elegante y vanguardista, el ambiente siempre parecía algo frío.Al otro lado de la manzana, en la calle Monasterio, se abrieron varios pubs en aquellos locos años ochenta. Ahí estaba el Stress, que luego fue el Spress (¿o fue al revés?); era pequeño y dominado por la barra, que ocupaba casi toda su longitud; la música presidía, pues Gaby (el dueño) estaba permanentemente buscando el nuevo maxi de Los Tal o el último elepé de Los Cual, de modo que solía dar mucha caña a los altavoces. También cuidaban el aspecto discográfico en el pub Garabatos, a pocos metros del anterior, donde tiraban hacía la nueva ola, española y extranjera; tanto que hubo un momento en que sus directores empezaron a organizar conciertos en otros locales con aforo suficiente; un día trajeron a Radio Futura, cuyos miembros pasaron por el Garabatos tras el concierto, quedando para el recuerdo la incontenible dialéctica filosófica con que Santiago Auserón ‘obsequió’ a quien se le acercaba y le prestaba atención…, cosa que sólo duraba unos minutos, pues el oyente salía disparado a la menor oportunidad.Algo distinto a todo fue El Oasis, en Papalaguinda, donde ahora hay un ‘macdonalds’. El local existía desde antaño y era una vieja concesión del ayuntamiento que exigía que los paseantes pudieran entrar a hacer sus necesidades o beber un vaso de agua; pues tal exigencia se mantuvo se mantuvo cuando abrió el Oasis. Era muy grande tanto su terraza como su parte interior, con varias salas, una larguísima barra, la espaciosa pista de baile…, había metros de sobra para todo. Estuvo entre los preferidos de los leoneses durante unos años, sobre todo los veranos, cuando la terraza funcionaba día y noche. Como en todos los pubs de aquella época, la música era una parte determinante de la personalidad del Oasis, tanto que incluso iban a las mejores tiendas de discos de Madrid o Valencia para traer lo que nadie más tenía. También se organizaron conciertos en su pista de baile, sobre todo de grupos locales; estos estaba muy cerca del público, de modo que se podía hablar con los artistas, lo que creaba una atmósfera muy especial; inolvidable fue uno de Los Cardiacos en una noche de calor asfixiante, o también aquel de Brutos Secos en que el cantante tenía un cuba libre en la mano y, en pleno frenesí rockero, la levantó enérgicamente a la vez que el ‘cubata’, los cubitos y el limón caían gradualmente, graciosamente sobre su cabeza…Hay que hablar también de otros que aportaron lo suyo a la noche leonesa. Como el Platón, donde se organizaron extraordinarios y muy adelantados conciertos (allí tocaron unos desconocidos Dover para unas decenas de personas); estaba a unos metros de comisaría. El Periferia no era un pub, sino una sala de conciertos, donde se dieron cita los leoneses ‘más puestos’ en lo que a rock de última generación se refiere; muchísimos grupos de EE UU, británicos y europeos en general descargaron toneladas de rock & roll en el Periferia (sito en la avenida de Antibióticos); a recordar el trepidante de Dr. Feelgood, el de su fantástico guitarrista Wilko Johnson en solitario, el de The Goodfathers, el de los neoyorquinos The Fleshtones…, fueron muchos y muy buenos los grupos que se presentaron a los leoneses en Periferia.  

Muy corriente era que, tras una noche larga, los noctámbulos se quejaran de una potente resaca y de tener la cabeza como un bombo, todo lo cual era siempre achacado al garrafón. Siempre se rumoreaba (o afirmaba) que en este o en aquel sitio daban güisqui, ginebra o vodka procedente de botella de marca que había sido rellenada con güisqui, ginebra o vodka de garrafa; ésta era, lógicamente, mucho más barata pero se vendía como si realmente fuera lo que anunciaba la botella de la que salía. En fin, que el tapón irrellenable de las marcas de prestigio no era problema para algunos tasqueros con pocos escrúpulos. El caso es que quien había trasegado el grosero brebaje había estado en tantos pubs y discos que no tenía ni la menor idea de dónde le habían colocado el vitriolo.

Todo leonés o leonesa afín a la noche en aquellos tiempos recordará algunos o todos estos pubs.
Lo más leído