Entre Valiña y Peón

Este nuevo itinerario, por el corazón de la comarca del Bierzo, nos permitirá ver de cerca los efectos de la despoblación y el progresivo olvido de parte de nuestra historia más reciente

Francisco A. Ferrero
05/05/2019
 Actualizado a 18/09/2019
Ubicación de la ruta de senderismo ‘Un paseo por los pueblos de Valiña y Peón’, en Google Earth.
Ubicación de la ruta de senderismo ‘Un paseo por los pueblos de Valiña y Peón’, en Google Earth.
El recorrido se inicia sobre la margen derecha del puente colgante de Valiña. Aquí el río Sil, poderoso tras recibir sus numerosos afluentes antes de alcanzar la presa de Peñarrubia y abandonar la comarca del Bierzo, traza consecutivos meandros dejando una extensa llanura de inundación entre las localidades de Requejo y Valiña. Sólo un largo puente colgante podría salvar el río para acceder a la localidad de Valiña, una valiosa infraestructura ansiada por los vecinos durante años para mejorar la comunicación de este pueblo agazapado entre el monte y el río. El puente colgante de Valiña une la localidad de Requejo con la de Valiña y destaca por ser el más largo del Bierzo. El puente se alzó en el año 1970, cuando ya el pueblo sólo estaba habitado por unas 7 familias.

Los vecinos, a cambio de una concesión para extraer piedra del río gratuitamente en terrenos de su propiedad, solicitaron a la empresa concesionaria que construyera el puente colgante; que fue diseñado por el ingeniero de la MSP (Minero Siderúrgica de Ponferrada) Emilio Taboada, que también dirigió los avances de la obra. Pocos días antes de inaugurarse la pasarela, prevista para la fiesta patronal de Valiña, por Santa Inés, un fuerte temporalde viento lo hizo zarandear y dañó los tensores y una de las catenarias, lo que obligó a reforzar el fuerte con unos tensores laterales (vientos) para evitar el balanceo de esta estructura aérea. Antes de existir el puente los vecinos cruzaban el río en barca cuando el río no lo impedía, para lo cual se precisaba de una persona de apoyo en el otro lado del río.

Justo al lado del puente hay una importante estación SAIH (Sistema Automático de Información Hidrológica) que proporciona datos en tiempo real a la Confederación Hidrográfica Miño-Sil sobre la calidad/cantidad de las aguas del río Sil en este punto. Alcanzamos Valiña tras cruzar el largo y cuasi cincuentenario puente colgante y ascendemos al hermoso pueblo de Valiña en el que nos recibe la coqueta y moderna capilla dedicada a Santa Inés, que festejaban el 21 de enero. El término Valiña parece proceder de ‘vallina’, ‘valle pequeño’. Ni en el Catastro del Marqués de la Ensenada (1752), ni en los de Pascual Madoz (1850) y Pablo Riera (1886) aparece el pueblo de Valiña, como si fuera una aldea invisible. Solamente el diccionario Miñano (1826) nos dice lo siguiente: «Localidad de la provincia de León, partido judicial de Ponferrada, merindad de Aguiar, abadía de Villafranca del Bierzo. Tiene 6 vecinos, 27 habitantes, 1 parroquia aneja de la de Requejo. Produce castaña, centeno, vino, legumbres, y alguna fruta».

Durante las heladoras Navidades del año 2018 vistamos Valiña para la preparación de esta ruta, y a la pregunta sobre el número de habitantes del pueblo, una mujer con acento extranjero nos dice escuetamente: «seis casas, tres habitantes». Valiña perteneció al ayuntamiento de Lago y más tarde, hasta 1986, al de Corullón. Hoy pertenece al Ayuntamiento de Toral de los Vados. Se trata de un pueblo cautivador que ha sufrido la cruel despoblación, a pesar de pasar a pocos metros la carretera N-120 y el ferrocarril con dirección a Galicia, una dura realidad que cuesta entender, salvo por el obstáculo que supone salvar el embravecido río Sil.

Nos alejamos de Valiña por el camino que lo une con Peón de Abajo y lo abandonamos al interceptar el arroyo de Ferulledo. Continuamos sendero arriba por lo que fue un antiguo camino carretero hasta interceptar el punto de confluencia de la vallina del exiguo arroyo de Riviesa (Revitesa) con el de Firulledo. Aquí merece hacer un alto en el camino para visitar uno de los castaños más grandes del Bierzo, conocido popularmente como el ‘castaño de Los Maquis’ o ‘de Los Rojos’. Es difícil localizarlo, por lo que hay que ser preciso con las indicaciones para su situación. Justo en el encuentro de los dos exiguos arroyos, cuando el sendero que traíamos empieza a girar a la izquierda e incrementar su pendiente hacia la vallina de Firulledo, se aprecia un leve camino a nuestra derecha que cruza el arroyo hacia un pequeño soto de castaños. Alcanzando el soto, estrecho, alargado y con muchísima pendiente, hay que subirlo hasta alcanzar las dos terceras partes de su longitud. En este punto, por la margen derecha del mismo, parte un leve sendero que nos acerca, ya sin pérdida, hasta otro perdido sotillo de castaños presidido, en lo más alto, por un sorprendente y achaparrado castaño cuyo tocón mide unos 17 metros de perímetro.

El oculto castaño, situado en un paraje conocido como ‘Fontexán’, aunque chaparro, impresiona tanto por su tamaño como por su mimetismo. Asentado sobre una fortísima pendiente, en el límite entre un sotillo de castaños rodeado de una mata de encinas, ha desarrollado un grueso tronco para favorecer su estabilidad. Esto ha dado lugar al crecimiento de un torso de forma amurallada que llama la atención por su gigantesto porte que se asemeja a una forma rocosa. Se dice que su interior, hueco, fue escondite y dormitorio para los «escapaos» de la postguerra civil, capaz de alojar a varias personas. De ahí su curioso apodo. Abandonamos este, ahora, inaccesible lugar, hasta coger de nuevo el camino que traíamos originalmente. Continuamos monte arriba hasta alcanzar la cabecera del valle, surcado por un amplio camino que une el pueblo de La Campañana con los despoblados de Peón de Arriba y de Abajo. Durante el trayecto atravesaremos el macizo calizo de El Sierro, muy laboreado de pistas mineras para investigar la presencia de minerales metálicos.

Hasta el momento, hemos caminado por terrenos cámbricos, muy antiguos, formados por esquistos, pizarras y areniscas. Ahora nos adentramos sobre un paisaje compuesto de calizas-dolomías, que se alzan hasta los 767 metros de altura en la cumbre de El Couto sobre las bandas calizas de El Sierro. En esta formación geológica, conocida como la caliza de Vegadeo, se conoce la existencia de minerales metálicos desde los años 20. No obstante, fue durante la primera década de los años 1940 cuando la empresa Peñarroya inició un estudio sistemático del yacimiento, realizando sondeos para evaluar sus dimensiones en busca de mineralizaciones metálicas como plomo, plata y cinz; y también, secundariamente, de cobre y de siderita. Un yacimiento mineral todavía sin explotar, conocido popularmente como la ‘mina de Toral’.

Atravesamos el macizo de El Sierro a través de caminos jalonados de densos e impenetrables masas boscosas de aspecto mediterráneo, propios de sustratos calizos: madroños, encinos, alcornoques, labiérnagos, hasta alcanzar el caserío de Peón de Arriba. El barrio de arriba de Peón está compuesto de solamente de tres casas, lo que lo convierte, probablemente,en el pueblo más pequeño del Bierzo. El pueblo de Peón no figura en las fuentes históricas antiguas más consultados (Catastro de Marqués de La Ensenada, diccionarios: Miñano, Pascual Madoz, Pablo Riera). Está compuesto por dos barrios, el de Arriba y el de Abajo, separados alrededor de 1 km y unos cien metros de desnivel vertical. Peón de Arriba está despoblado desde la primera década de los años cincuenta. Hoy pertenece al Ayuntamiento de Carracedelo, que quiere recuperarlo para crear en la zona un campamento de naturaleza y aventura en el que organizar talleres y actividades.El pueblo, ubicado sobre una zona alombada a la cota 555 msnm, dispone de unas amplias vistas sobre la hoya berciana.

Dejamos este barrio de Peón con destino al barrio de abajo, situado sobre el río a la cota 440 msnm. La larga y empinada cuesta nos recuerda el sacrifico que tuvieron que hacer los niños de Peón de Arriba para acudir diariamente a la única escuela, situada en Peón de Abajo. Este barrio, que llegó a tener 40 habitantes en 1950, sólo tenía 5 en 1991; llegando a despoblarse alrededor de 1995. Situado frente a la confluencia de los ríos Cúa-Burbia con el Sil, la ausencia de unas buenas comunicaciones, muchas veces interrumpidas por las crecidas del río Sil, contribuyeron decisivamente a su despoblación. La existencia del cercano río Sil, y su fértil llanura de inundación, fue el origen del nacimiento de este pueblo; pero también el motivo de su posterior abandono. Hoy, en intento de recuperación, ya dispone de luz eléctrica. Según el libro de Pueblos y Ríos Bercianos (Significado e Historia de sus Nombres) de Jesús García y García, ‘Peón’ parece derivar de ‘Penedón’ (Peñasco, peña grande). Desde luego, su situación en las cercanías de las ‘peñas de los Castrilloes’ y sobre los estribos calizos del ‘Pico de la Dehesa’, que cae casi vertical sobre la ribera del río Sil, parecen ser una poderosa razón para tal nombradía. Para llegar a ‘Peón’ desde ‘Penedón’, Jesús García señala que la forma gallega ‘Penedón’, al castellanizarse, perdió la ‘n’ intervocálica quedando la palabra ‘Peedón’. Finalmente también la ‘d’ de la terminación, hasta convertirse en Peón. Es una forma razonaba, y hasta cierto punto convincente, para justificar la procedencia de este curioso nombre.

El último tramo del camino hasta Valiña es a través de un camino abierto por la amplia llanura inundación del río Sil, salvando, en ocasiones, los espolones rocosos que desde el macizo de Sierro se acercan al río. La parte final del recorrido es especialmente bella, mientras atravesamos la amplia pradería de la Dehesa de Valiña, flanqueada entre castaños y enormes montones de piedras, restos de antiguas graveras. Alcanzamos el pueblo por la cara este, donde nos admirará una curiosa perspectiva de sus casas colgadas sobre el arroyo de Firulledo.
Lo más leído