"Entre gobernador y pueblo, elegí pueblo"

José María Alonso Alcón, alcalde de Valencia de Don Juan en la primavera de 1975, fue una persona clave en la oposición al proyecto atómico y lideró un movimiento social sin precedentes en España

T. Giganto
16/05/2021
 Actualizado a 16/05/2021
José María Alonso Alcón, alcalde de Valencia de Don Juan en 1975, el año de una primavera "inolvidable". | MAURICIO PEÑA
José María Alonso Alcón, alcalde de Valencia de Don Juan en 1975, el año de una primavera "inolvidable". | MAURICIO PEÑA
"Un muchacho dinámico, abierto y lejos del protocolo vestido con pantalón vaquero y niki a rayas». Así definió el periodista Íñigo Domínguez de Calatayud a José María Alonso Alcón en un reportaje publicado por el Diario de León el cuatro de mayo de 1975 con motivo de la pretensión del Gobierno de instalar una central nuclear en Valencia de Don Juan. Por aquel entonces él era un recién estrenado alcalde, pues llevaba tres meses al frente de la corporación municipal. Ahora, 46 años después, José María, Chema como le conocen en su pueblo, ha vuelto a aquel salón de plenos donde se reunió en mayo de 1975 con los alcaldes del sur de León para ver de qué manera podían frenar el proyecto. «Ha pasado tanto tiempo…», dice mientras se sienta. A sus espaldas, un papel de estraza blanco cubre el cuadro que MonSeñor le regaló aquella difícil «pero maravillosa» primavera. Por todo lo que significaba, lo donó al Ayuntamiento coyantino tras la llegada de la democracia.

José María fue elegido por el Gobernador Civil para ser alcalde de Valencia de Don Juan, una decisión que le resulta «sorprendente» pero que aceptó con ilusión. «Estaba todo por hacer en Valencia», dice. «Al nombrarme a mí alcalde se demostró que los servicios de información de Franco no eran tan buenos como creían. Yo tenía un pasado en la universidad en Madrid, donde estudié Derecho y participé en algunos tumultos y tenía tres o cuatro procesos en el Tribunal de Orden Público y el gobernador de León, que era Francisco Laína, ni se enteró», reconoce. Sus ideas iban más allá del franquismo y creía firmemente en la libertad, lo cual pagó caro con un mandato que acabó en septiembre del mismo 1975. «Lo mismo que te nombraban, te destituían y me destituyeron, claro», lamenta por haberse quedado con ganas de haber hecho más por su pueblo. Aunque no fue poco lo que hizo ya no por los coyantinos, sino por todo León: Oponerse.

Cuando se enteró de la intención de asentar una central nuclear en Valencia de Don Juan no dudó en que había que rechazar el proyecto y apoyó el movimiento social que se oponía a él. «Podía haber hecho fracasar aquella lucha pero entre gobernador y pueblo, elegí pueblo. Si hago doble juego y colaboro con el gobernador, aquí no se hubiera movido nadie. Pero yo lo tapaba. ¿Cómo iba a pensar la Guardia Civil que el alcalde les estaba mintiendo? No se concebía que un alcalde se levantara en contra del gobernador», cuenta de unos días en los que él sabía que la Policía del Régimen de Franco le seguía. «Estaba vigilado, ya aprendí a oler a los policías cuando estudiaba en Madrid», incide.

– ¿Pasó miedo?
– En absoluto. Miedo se pasa cuando te meten en la Dirección General de Seguridad en Sol en Madrid y te dejan a dormir allí sin saber qué te van a hacer.

Tras las movilizaciones ciudadanas, después de entregar miles y miles de firmas en contra del proyecto nuclear y con cada vez más adeptos públicos a la causa, incluso integrantes del Ejecutivo de Franco e instituciones, la idea de atomizar el Esla se fue disipando. «Aquello quedó dormido y nunca más volvimos a saber del asunto, no dijeron nada más...», cuenta ahora José María Alonso Alcón, orgulloso de la respuesta de sus vecinos decididos a plantar cara a la dictadura para defender sus intereses frente a las grandes empresas energéticas que a él llegaron a ofrecerle grandes cantidades de dinero para que permitiera su asentamiento. «Me arreglaban la vida pero era joven y me importaba todo un bledo. Tenía claro qué era lo que quería para mi pueblo», asegura.

El tema de la energía vuelve a estar ahora de actualidad en León con proyectos de instalación de macroparques fotovoltaicos sobre la mesa. «Eso puede ser muy peligroso», dice José María. Ya entonces el CCAN se pronunció al respecto señalando que la provincia había sido obligada a sacrificarse lo suficiente en sus «hombres y en sus pueblos» como para hacer de ella además un punto importante de exportación de energía hacia las provincias más industrializadas de España.

Desde aquello José María ha seguido de cerca la evolución de la energía atómica en el mundo y no duda en afirmar: «El tiempo nos ha dado la razón porque me imagino que en Chernóbil vivían muy bien con la central pero... Mira lo que pasó», dice sin ser capaz hacerse a la idea de cómo sería ahora el sur de León de haber contado con una central nuclear en Valencia de Don Juan. «No me lo puedo imaginar», reconoce.

Tras una amena charla de recuerdos y anécdotas, descubrimos el cuadro de MonSeñor y José María se pone frente a él, frente a la historia. Lo mira y sonríe al tiempo que se le achinan unos ojos que siguen siendo los mismos de aquel muchacho dinámico y abierto de 1975. «Lo que le ha pasado al cuadro, que ha estado ahí olvidado, es un poco lo que le ha pasado a la historia de aquellos meses de 1975 y por eso me hace mucha ilusión que hayan recuperado el cuadro y con él, la historia».
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