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Entre el dolor y la esperanza

03/03/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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En estos días América está de palpitante actualidad. Aunque solo sea por el protagonismo que se pide al gobierno español a la hora de bloquear al bolivariano Maduro y al neosandinista Ortega. Es solo un signo más de los lazos históricos, culturales y religiosos que nos están uniendo: los desembarcos militares, económicos, ideológicos y religiosos de los siglos XVI y XVII, el amor-odio de las luchas por la independencia criolla en el XIX, la emigración «a hacer las Américas» de principios del XX y, ahora, con el fenómeno de la globalización, el trasvase constante entre una costa y otra del Atlántico.

Con esta historia de vaivén, duele asistir a mil fracturas en ese continente: dictaduras y guerrillas, masonería e Ilustración erasmista y afrancesada, gobiernos populistas y agitaciones sociales, diferencias económicas y corrupción política, indigenismo agresivo y regímenes totalitarios… Y desde la fe cristiana, rupturas teológicas, penetración de las sectas evangélicas, endeble vida moral, sincretismos y magias, secularización galopante, escasez endémica de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada… Si añadimos la exhumación de la leyenda negra, que tiene como blanco las figuras de Cristóbal Colón y de San Junípero Serra, el dolor aumenta. También desde León de España. Uno se pregunta qué lugar ocupan en esta dramática historia, que parece condenada a torturarse a sí misma, nuestros Toribio de Mogrovejo, o Bernardino de Sahagún, o Martín de Valencia (de Don Juan), enviado a Méjico por el cardenal leonés Francisco de Quiñones, hijo de los primeros condes de Luna, o Toribio de Motolonía (o de Benavente) o el venerable Gonzalo de Tapia, o, más cerca de nosotros, el padre Segundo Llorente. Y muchos más.

Y, sin embargo, no han exagerado los últimos Papas (incluido el actual) que se han atrevido a llamar a esas tierras «el continente de la esperanza». Ahí quedan siglos de evangelización, que fue inculturación (salvo excepciones en las que los actores destacados fueron más los ‘encomenderos’ que los misioneros), realizada palmo a palmo y detalle a detalle. Coloquen ahí a miles de evangelizadores salidos de estas tierras leonesas, muchos de los cuales allí siguen. Así puede entenderse el vigor de la piedad popular, Guadalupe, Medellín, Puebla, Aparecida, el inminente sínodo sobre la Amazonía... Y hasta el mismo papa Francisco, traído «casi desde el fin del mundo». ¿A qué viene todo esto? La Iglesia española celebra hoy el Día de Hispanoamérica. ¿Razones? Las dichas y muchas más.
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