Entre cuadros y mineros en Villablino

Estos dos destacados actos caracterizan cada año la celebración de la Semana Santa en el Valle de Laciana

E. Niño
03/04/2020
 Actualizado a 03/04/2020
En la fotografía, momento de la procesión del Cristo de los Mineros celebrada el pasado año 2019. | ESTEFANÍA NIÑO
En la fotografía, momento de la procesión del Cristo de los Mineros celebrada el pasado año 2019. | ESTEFANÍA NIÑO
En unos momentos marcados por el Covid-19, una pandemia cuyas dimensiones han sobrepasado cualquier expectativa, la vida cotidiana se ha visto paralizada y marcada por el confinamiento. No solo la rutina, sino las celebraciones, y es que los actos y los pasos de Semana Santa esperarán ya al próximo año. En cada comarca existen singularidades que hacen que la celebración de la Pasión tenga matices propios, y en el caso del Valle de Laciana dos actos sobresalen: la representación de los cuadros de la Pasión y la procesión del Cristo de los Mineros.  

El primero de estos actos se desarrolla cada Jueves Santo. La Asociación Carta Puebla es quien se encarga de dar vida a la representación de los cuadros de la Pasión de Cristo. Con todo lujo de detalles se escenifican ocho escenas emblemáticas de la Semana Santa: la entrada en Jerusalén, la última cena, la oración en el huerto, la negación, el juicio de los sumos sacerdotes, el juicio de Pilatos, el camino al calvario y la crucifixión. Normalmente, y siempre que el tiempo lo permite, esta cuidada puesta en escena se desarrolla al aire libre, congregando a vecinos y visitantes para vivir las últimas horas de Jesucristo. El acto finaliza con el reparto de torrijas y limonada entre el público.

Laciana, tierra minera por excelencia, tiene muy presente su pasado más cercano y eso se deja ver cada Viernes Santo de la mano de la Cofradía del Cristo de los Mineros en Caboalles de Abajo. Esta procesión se realiza desde el año 1975, momento en el que se creó la Cofradía del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo. Es la del Viernes Santo una procesión sencilla pero profundamente emotiva. Lejos de los típicos capillos y las túnicas de estos actos, en ella se puede a ver a los mineros portando la imagen de Cristo con la cara descubierta, ataviados con sus fundas y sus cascos, cuyas lámparas marcan el camino. Ellas, las mujeres que portan a la Virgen Dolorosa, de riguroso negro. La emotiva peregrinación parte de la iglesia de la localidad con destino al Pozo María, donde suena la sirena que antaño marcaba los turnos en la mina. Allí, cada año se homenajea la memoria de todos aquellos que, trágicamente, dejaron su vida en la mina. El pasado 14 de marzo el abad de la Cofradía, Virgilio Ángel González Rabanal, hacia público un comunicado en redes sociales  en el que se anunciaba la suspensión de todos los actos previstos por la Cofradía «ante la grave situación de emergencia de salud pública que estamos sufriendo en estos momentos», apelando al mismo tiempo a  «la responsabilidad y a la concienciación».
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