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Entre croatas y montenegrinos

12/05/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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Es la primera vez que escribo sobre Croacia y Montenegro. Bueno, no del todo cierto. El poema titulado ‘Petar Tutman’ sólo conocido hasta ahora por mí, el cual irá a parar a mi libro ‘Enumeracióngozosamente enriquecido con un ilustrador de lujo’ y que verá la luz editorial antes de cerrar el año desdice mi inicial afirmación. Si a alguien le asiste todavía una intensa o mínima duda que pregunte al mencionado dálmata Petar Tutman, a Mare Hrtica o a Nico Goga, quienes trabajan con el Bura y el Mistral por si hallan peces azul relente o pálpitos gigantes de caracoles silvestres o granadas poblando el vacío. Incluso a los famélicos gatos espanzurradosal sol en las terrazas de los caféso ante la iglesia ortodoxa de Bubva. Esos gatos nunca olvidados por los lugareños, que tiempo atrás en las fachadas de sus pétreas casas, a nivel del suelo, les construían cuencos para beber agua ellos y también sus nada amigos los perros. Estos gatos tan diferentes a los del antiguo Egipto, amparados por el lujo y la veneración. Claro que no resulta nada extraño la pobreza en la que viven tan pequeños felinos, pues es la misma que padece el pueblo tras la guerra de los Balcanes o de la antigua Yugoslavia (1991-2001), cuyas heridas aún reflejan, en parte, algunos edificios y monumentos, además del memorial a los defensores de Dubrovnik derramando juventud por los cuatro costados, porque ellos como muchas otras personas entendían que «la libertad no se vende por todo el oro del mundo». Mensaje libertario que lo dice todo en pocas palabras, las justas.

Eso explica que en Montenegro , por ejemplo, y similar en Croacia (aquí la moneda son kunas), el sueldo medio sea de 400 euros y el salario mínimo apenas 100. De ahí que en numerosas familias viven agrupadas tres o cuatro generaciones. Menos mal que un actual turismo de nórdicos, rusos, ucranianos, bastantes españoles y un puñado de japoneses y chinos se va acercando a tan bellos países y compra o alquila sus nada baratos productos o recuerdos después o antes de tomarse una cerveza o un café, bebida la última muy consumida por los nativos hasta el punto de convertirse en una verdadera ceremonia, sin nada de prisa y corriendo, despacio, en conversación. Además cafeterías cómodas y bonitas hay. No se me olvida en Zadar el café bar Lovre con su enorme terraza, pequeño y rematado con los restos de la iglesia San Lovre del siglo XII, abierta al público consuma o no. Yo en concreto pisé ese antiguo templo sin consumir.

La prisa por ver más se me echaba encima con demasiada apremiante frecuencia.Así se me imponía escuchar, escuchar el Órgano Marino o del Mar, morske orfulje, obra del arquitecto Nikola Basic, sonido provocado por el empuje de las olas en una marmórea y escalonada orilla marítima igualmente en Zadar . Tal sonido congregante, relajante, único,no esconsiderado así por muchos vecinos que han llegado a manifestarse porque dicen que ese ruido les impide dormir a pierna suelta. Pero a todo se acostumbra uno. Eso sí, el Saludo al sol, monumento adyacente al Órgano del Mar, convive muy bien con el anterior y por la noche varía su colorido según la intensidad musical producida por el anterior. Ah, y si no acaban de acostumbrarse, los vecinos digo, que se lo pidan a San Blas, patrón de Dubrovnik, donde posee una hermosa iglesia, pues aunque éste sólo se ocupa de la garganta es colega de Dios y Dios todo lo puede.

Sin embargo pese a que Dubrovnik lleva la fama por su interesante belleza Zadar no se queda atrás. Los lagos de Plitvica y otros parques nacionales constituyen un gozo inolvidableen este país, lo mismo que la interesante ciudad de Split, la medieval Trogir y el bello país al alcance de la mano,Montenegro, en los cuales apenas se come pescado debido a su alto coste y en cuyas fronteras se actúa con diferencia: muy quisquillosa la croata, nada de nada, absolutamente nada la propietaria de la Bahía de Kotor y Bubva.

Ah, sería imperdonable que omitiese nombrar en este breve recorrido a la isla croata de Kórkula. Pues en ella nació el inolvidable, universal viajero Marco Polo, reclamado por los italianoshace tiempo, no faltándoles razón, en buena medida,dado que Kórkula en aquella época era territorio italiano pero más tarde pasó a Croacia. Es decir, quiérase o no estamos ante una verdad compartida. Y aunque no lo digo pletórica, ni triste, pues este asunto, como española que soy, ni me va ni me viene, señalo que la casa de tal aventurero corredor de mundos inhóspitos llamado Marco Polo es muy visitada aunque últimamente tal vez algo menos: el museo de las cofradías reclama al turista con una pieza muy emocional. Se trata del collar que en la distinción del Premio Nobel de la Paz se le entregó a la madre Teresa de Calcuta y que ella cedió a un sacerdote isleño colaborador en su ecuménico proyecto.

Y hasta aquí este rápido encuentro con croatas y montenegrinos. El vuelo ENT734 me ha devuelto a casa sana y salva. No tardando me escaparé a Zagreb, ‘la pequeña Viena’, ausente para mis ojos.
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