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Entre Borromeos y Fructuosos

13/11/2021
 Actualizado a 13/11/2021
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Pisaba tumbas en la catedral de Salamanca e iba viendo cómo mis botas -junto a otras muchas botas, muchos zapatos, muchas muchas muchas zapatillas deportivas- borraban esos nombres de hombres que tan importantes habían sido. Pisaba tumbas, sin poder -tal vez sin querer siquiera- remediarlo y pensaba en aquello del Ubi sunt?

La vida nueva deshaciendo la anterior y a la vez sosteniéndose sobre ella.

En las lápidas, en castellano antiguo, se leían estas palabras: «Aquí yaze» o bien «Esta sepultura es de» y no siempre distinguía las letras que las seguían. Había bajo ellas arcedianos, canónicos, gentes así, cuyos títulos y distinciones ya nadie recuerda.

Antes de las tumbas, en el crucero norte, una gran pintura que representa a san Carlos Borromeo intercediendo ante el cielo por la peste de Milán. Bien hubieran agradecido entonces una vacuna. Leo sobre aquello -entre lo histórico y lo legendario, como suelen ser estas cosas- y descubro que a Carlos Borromeo, entonces arzobispo de Milán, se le ocurrió hacer procesiones públicas para pedir la intervención divina ante la desgracia. Pero al menos ordenó que sólo pudieran asistir adultos y que debían estar a tres metros de distancia y en fila de uno.

Dos días después, voy al hospital para un análisis rutinario de sangre. Las consultas estaban como una plaza en un día de mercado. A los que llevábamos algo de sangre para que llenaran allí unos tubitos, nos iban llamando a voces desde un mostrador. Como en una catedral, en un hospital la sensación de mortalidad se intensifica, pero a éstos deberíamos ayudarlos más porque siempre hay que estar de parte del bando de los vivos.

Mientras estemos en este bando, podemos intentar parecernos a don Fructuoso, el protagonista de un cuento de Castelao. Don Fructuoso huye de su vejez y vive en su último esfuerzo de galán, evita a los hombres amargados por la experiencia y busca a los jóvenes. Hasta el final, dice Castelao, don Fructuoso esperará un milagro de la ciencia y recitará poesías y pedirá champán en los bailes de mala nota.
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