Entorno digno de disfrutar, resistencia obligada para acabar

350 corredores participaron en la Riaño Trail Run, que el sol y los desniveles hicieron de gran dureza / Víctor del Águila y Feliciana Orquiola se llevaron la prueba reina

J. C.
13/06/2021
 Actualizado a 13/06/2021
Instante de una de las salidas de esta Riaño Trail Run. | SAÚL ARÉN
Instante de una de las salidas de esta Riaño Trail Run. | SAÚL ARÉN
Disfrutaron porque el entorno en el que se ubicaba la prueba es digno de ello, pero sufrieron y necesitaron hacer gala de una gran resistencia para finalizarla porque el calor y los desniveles existentes dotaban de una gran dureza a la carrera.

Así les fue a los 350 corredores que desde el viernes y hasta este domingo tomaron parte en la Riaño Trail Run, que en una época en la que las circunstancias complican aún más cualquier organización volvió a brillar y garantizar que hay carrera para rato.

Víctor del Águila en categoría masculina y Feliciana Orquiola en la femenina se llevaron el triunfo final en la prueba reina, el 3xTrail, tras llevarse todas las etapas y dominar con autoridad pese a la notable presencia de atletas de primer nivel en las pruebas de montaña; mientras que por parejas se llevaron el gato al agua José Antonio Cuevas y Miguel Merino y en la categoría mixta fueron Víctor Pimentel y Silvia Trigueros los vencedores por apenas unos segundos de diferencia.

Las ascensiones al pico Gilbo y al Espigüete fueron las estrellas en carrera en la que se pasó de los 30 gradosIoana Petenchi y Javi Hernando se impusieron en la modalidad 2xTrail y María Martínez y Álex López en el 1xTrail, subiéndose a lo más alto del pódium e inscribiendo su nombre en el palmarés del torneo, si bien ganadores como tal fueron todos los que consiguieron finalizar las etapas, con temperaturas superiores a los 30 grados y dos subidas que marcaron la cita.

Una, ayer, con el ascenso hasta la cumbre del pico Gilbo, conocido popularmente como el ‘Cervino leonés’, con afilados contornosy escabrosas paredes que le otorgan una belleza única; y otra, el sábado,con el pico Espigüete, techo de la prueba con 2.500 metros de altitud y cuya abrupta cresta, flanqueada por afilados acantilados y con pasos estrechos en la zona más alta, obligó a los participantes a extremar precauciones y a utilizar sus manos para avanzar sobre el terreno.

Dos puntos calientes para una carrera que no se limitó a sus etapas, sino que se vivió también en el campamento de Riaño donde se alojaron en tiendas individuales todos los participantes.
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