Entiérrate a ti mismo

11/02/2021
 Actualizado a 11/02/2021
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Cuenta esa magnífica novela que es la Biblia aquel proverbio en el que el pueblo se negaba a creer que el hijo del carpintero José fuera a hacer cosas extraordinarias y él les reconoció que le iban a citar el viejo refrán: «Médico, cúrate a ti mismo».

En esta terrible locura actual solo nos falta por ver que pidan a nuestros muertos: «Entiérrate a ti mismo». Todo lo demás ya ha pasado.En la parte posterior de las historias tristes de cada día aparecen renglones que cuentan pequeñas tragedias que son grandes pero a las que ya no damos importancia ante la magnitud de las muertes, los olvidos o las locuras de quienes mantienen la fiesta contra viento y razón.

Javier es el pequeño de los cinco hijos de Aurora y no pudo acompañar a su madre en el doloroso adiós, se salía de cupo. Lo entendió, pero nadie le va a borrar la solitaria pena de aquel día en el que no le dejaron decir adiós como siempre se había hecho en su Laciana natal, más lejana que nunca al vivir este trago en Madrid.

Nano cuidaba de su mujer enferma y con ella estaba cuando les atacó por la espalda la muerte y la soledad; se fueron juntos, con apenas unas horas de diferencia, no se sabe qué enfermedad fue más grave, el Covid o la pena.

María no arranca de su cuerpo la tristeza de no poder seguir manteniendo aquellas largas conversaciones con el hermano de su abuelo, acompañar las tardes que alivian la ausencia de la mujer enferma. Se fue el buen hombre cuando no lo esperaban porque estas soledades conllevan el silencio cómplice.

Miles y miles de historias, dolores, ausencias, soledades, cadáveres a los que colocan a las puertas del fuego y a los que solo falta que les pidan «entiérrate».
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