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Enseptiembrados y tormentosos

04/09/2021
 Actualizado a 04/09/2021
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El verano en septiembre es como ese profesor de Educación Física que sale en ‘Los cuatrocientos golpes’. Entusiasta, en pantalón corto, infatigable y a la vez patético, el profesor corre por las calles de París mientras el plano elevado de la cámara nos muestra cómo desaparecen tres alumnos por un callejón, dos por un portal, otros cuatro se escapan en sentido contrario y así se va quedando el profesor solo, únicamente dos alumnos a su espalda, igual que el verano se queda en septiembre con apenas un puñado de entusiastas. Los últimos veraneantes que tratan de ignorar que empiezan los trabajos, las clases, los domingos con su carga de pelusa. El todo, en fin.

Y así, poco a poco, las playas vuelven a ser como esa por la que corre el niño Antoine Doinel en la escena final de la película. Playas mojadas, solitarias, otoñales y hermosas. Playas sin cuadricular por toallas, existiendo en su esencia más pura, que es la soledad y el silencio, olvidadas de nosotros.

Hay verano hasta el veintidós de septiembre pero ya parece otra cosa. A lo mejor habría que cambiarle el nombre. Y para dejar pronto atrás el resplandor de las vacaciones y aceptar que estamos ya enseptiembrados sin remedio, este año el mes ha venido con tormentas. Lluvias furiosas que estrujan varillas de paraguas y atragantan alcantarillas. Gotas frías, ahora DANA, que arrastran coches y sofás.

Otra tempestad ha traído septiembre tras la negativa de algunos vecinos de Villadangos del Páramo -veintidós- a los trabajos para tratar de exhumar de su cementerio a setenta y un víctimas del franquismo. Salvo doce votos a favor y dos en blanco que hubo en el tormentoso concejo con el que empezó el aguacero, se desconoce qué piensa el resto de vecinos del municipio -1.163 en 2020, según el INE-.

Ya se sabe que los muertos no votan, si no habrían ganado desde el principio, pero resulta que los derechos humanos tampoco se votan (o no deberían), por lo que la negativa no ha resultado. A pesar de todo, es de celebrar cómo se ha resuelto la situación, porque indica que algo hemos aprendido.
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