Secundino Llorente

¿Enseñanza virtual?

03/12/2020
 Actualizado a 03/12/2020
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El debate continúa abierto desde el inicio del estado de alarma con motivo de la pandemia. La polémica sigue aportando opiniones de todo tipo para tratar de “arrimar el ascua a su sardina”. Los argumentos aportados por los defensores de la enseñanza virtual son muy variados: estimula el trabajo colaborativo y la curiosidad de los alumnos, se diversifican las fuentes de conocimiento y esto propicia el pensamiento crítico, los contenidos están en constante renovación y aparecen más actualizados y todo ello sin barreras geográficas, con horarios flexibles y con menor coste. Parecen razones de mucho peso, pero no para alumnos de enseñanza primaria y secundaria que aún no tienen ni fuerza de voluntad ni buena organización. Puede llegar a ser beneficioso para universitarios en las clases teóricas, no en laboratorios o prácticas. Estas alabanzas a la enseñanza “online” podrían deberse a que priman los intereses económicos por el ahorro de mantenimiento de las instalaciones y desplazamientos a los centros.

Es verdad que en periodos de confinamiento no queda otro remedio que trabajar en casa aislado aprovechando esta enseñanza no presencial, pero, si en primaria y secundaria hay posibilidad de elección, la diferencia es insalvable entre virtual y presencial, siempre a favor de la última, a pesar de criticarla de anticuada e inmovilista porque los alumnos son sujetos pasivos que tienen que adaptarse al ritmo y al método del profesor.Algo se esconde detrás de esas críticas y censuras.

Parece indudable que en la educación primaria y secundaria la balanza se inclina a favor de una enseñanza presencial porque los niños necesitan posibilidades de socializar en un lugar físico para establecer relaciones personales con el resto de sus compañeros y se sienten más cómodos en el trato cercano con el profesorado. Hay un argumento aún más decisivo: el efecto igualador de la escuela. El centro escolar sirve para equiparar a todos los alumnos independientemente de la clase social de la que procedan. En la enseñanza virtual el distanciamiento social cada vez es mayor porque las clases altas pueden seguir su escolarización en el hogar, homeschooling, mientras las clases bajas ni saben ni tienen posibilidades de hacerlo por lo que la brecha educativa se amplía y las clases más desfavorecidas incrementarán su fracaso escolar y su abandono educativo temprano.
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