Enrique Santiago Viñas Duque: "El poemario refleja esa lucha por aceptar la pérdida"

El Premio Nacional de Poesía ‘Antonio González de Lama’ distinguió en su 44 edición el poemario ‘Pequeño cuaderno de eslovaco’ presentado bajo el lema ‘La luz que busco’

Joaquín Revuelta
30/10/2018
 Actualizado a 16/09/2019
Grupo de teatro del Instituto bilingüe Park mládeže 5.
Grupo de teatro del Instituto bilingüe Park mládeže 5.
El pasado 10 de octubre tuvo lugar en el Restaurante Bodega Regia el fallo del 44 Premio Nacional de Poesía ‘Antonio González de Lama’ que distinguió al poeta, profesor y escritor leonés Enrique Santiago Viñas Duque por su poemario ‘Pequeño cuaderno de eslovaco’, presentado bajo el lema ‘La luz que busco’, un trabajo, según se recoge en el acta del jurado presidido por la concejala de Cultura, Patrimonio y Turismo, Margarita Torres, e integrado por los también poetas Julia Conejo, Adolfo Alonso Ares, José Enrique Martínez y José Luis Puerto, «muy bien estructurado, que recoge la huella de una estancia que sorprendió al autor, donde se narra el milagro de lo cotidiano y donde la búsqueda de la luz, aparte de un título, es mucho más simbólico y trascendental en su vida y también en estos momentos».

– No sé si es un asiduo de los certámenes poéticos y si anteriormente había participado en este veterano y prestigioso premio que lleva el nombre de Antonio González de Lama.
– Sí, ya había participado en alguna otra edición con algún poemario, pero tampoco es que sea muy asiduo a este tipo de certámenes. En lo que respecta hacia lo que siento en este momento es sobre todo gratitud hacia el Ayuntamiento, la Concejalía de Cultura y los miembros del jurado. Por otra parte, también, siento cierta sensación de responsabilidad por el prestigio que tiene este premio y la importancia que tiene en León, y porque lleva el nombre de don Antonio, una figura que fue tan esencial en las letras, en la crítica literaria y en el periodismo de esta ciudad.

– ¿Cómo se enteró de que había sido el ganador del 44 Premio Nacional de Poesía ‘Antonio González de Lama’?
– Por circunstancias personales estaba totalmente ajeno al resultado del certamen. Entonces me llamó la concejala de Cultura, Margarita Torres, y me lo comunicó.

– ¿Qué sintió en ese momento, sorpresa, incredulidad, o realmente pensaba que era un trabajo que podía aspirar a este importante premio?
– Cuando uno participa en un certamen siempre tiene esperanzas de que su poemario sea el elegido. Quizá cuando me lo comunicó Margarita lo que sentí fue incredulidad y por otro lado gratitud. Por las circunstancias personales en las que me encontraba quizá no supe expresar en ese momento todo lo que sentía. En cierta manera creo que tengo que pedirle perdón a Margarita porque no supe asumir todo ese torrente de sensaciones que yo tenía en ese momento. Pero la gratitud estaba entonces y sigue estando.

– Centrándonos ya en lo que es el poemario ‘Pequeño cuaderno de eslovaco’ que presentó bajo el lema ‘La luz que busco’, ¿es cierto que obedece a un periodo muy concreto de su vida y a una estancia muy especial, tal y como recoge el acta del jurado?
– En principio quise plantear el libro como un tributo, homenaje, como un acto de agradecimiento a un país, Eslovaquia, a una ciudad, Košice, a un instituto bilingüe, Park mládeže 5, que me acogió durante mi estancia y como profesor de español seis años. Ese fue un poco el origen del poemario. Luego, a medida que se va desarrollando, van apareciendo otros temas: la pérdida del paraíso, el papel de la memoria y del recuerdo en la asunción de esa pérdida. Yo creo que logré terminar el poemario centrándome en la aceptación serena de la pérdida. Yo creo que son esos los temas que predominan en ‘Pequeño cuaderno de eslovaco’. Y siempre con la intención de agradecer todas las vivencias y todos los años que pasé en Park mládeže 5.

– ¿En aquellos años empezó a tomar cuerpo el poemario o éste se crea en realidad a su regreso a España?
– El poemario responde a una etapa posterior a mi estancia en Eslovaquia. Lo que sucede es que sí he recogido una serie de poemas que se escribieron durante esa etapa y que hacen referencia a las vivencias de mi estancia en ese país.

– ¿Qué es lo que aprendió de ese país, de la convivencia con unos ciudadanos cuyas costumbres supongo que difieren bastante de las nuestras?
– Bueno, la verdad es que son muchas cosas las que aprendí estando allí en Eslovaquia. Quizá lo que más recuerdo ahora es la hospitalidad y el trato recibido por parte de mis amigos, de los profesores, los compañeros y los alumnos del instituto bilingüe. También me di cuenta de que profesionalmente enseñar la lengua materna yo creo que es la mejor profesión que hay en el mundo. Me sentí totalmente realizado teniendo la posibilidad de enseñar mi lengua, mi cultura y todos esos aspectos que van relacionados, la infancia, etc. Son muchas las cosas que enseñas cuando estás impartiendo clases de tu lengua materna.

– ¿Cómo era el perfil de sus alumnos en aquel instituto bilingüe de Košice?
– Se trataba de un instituto bilingüe con una sección eslovaca-española donde los alumnos estudiaban el doble bachillerato, el bachillerato español y el eslovaco. Tenían edades entre 14 y 19 años. En un primer año ellos recibían una inmersión lingüística total en castellano, tenían alrededor de 30 horas de asignaturas en castellano y luego en el resto de los cuatro años que dura el bachillerato eslovaco ellos recibían una serie de asignaturas en castellano, en concreto matemáticas, física y química, lengua española e historia. Yo me encargaba de impartir las dos últimas. Tengo que decir que eran alumnos con mucho talento para las lenguas, y además muy agradecidos a las enseñanzas que recibían de sus profesores españoles y eslovacos.

– Dicen que las comparaciones son odiosas, pero dada su experiencia en institutos aquí en León, ¿hay mucha diferencia entre los alumnos que trató en Eslovaquia y los de su país?
– Sí, lógicamente hay diferencias. En primer lugar, la sociedad eslovaca es muy diferente de la sociedad española. Por otro lado, creo que la figura del profesor en Eslovaquia todavía mantiene un prestigio que en cierta manera en nuestra sociedad se ha perdido. Diría que ese es el aspecto más importante. Luego, hay alumnos con talento en todas partes. Pero creo que en general la sociedad eslovaca se siente agradecida a la enseñanza que reciben sus hijos por parte de los profesores.

– ¿Qué es lo que más les llamaba la atención de la cultura española?
– Yo diría que, aparte de la curiosidad que despertaba en ellos el aprendizaje de una lengua tan diferente, ellos sentían mucha curiosidad por las costumbres y la cultura españolas. Creo que en cierta manera todavía funcionan los estereotipos. Entonces ellos siempre esperan de los profesores españoles que sean alegres y extrovertidos y uno al final lo que intentaba un poco era responder a ese estereotipo, que al final funcionaba bastante bien en lo que es la enseñanza y el trato entre alumnos y profesores. Francamente era muy fácil dar clase ya teniendo esa aceptación por parte de los alumnos.

– ¿Qué es lo que le llevó a dejarlo? Por lo que me cuenta me imagino que no fue fácil tener que abandonar aquel país y regresar a España.
– El Ministerio de Educación puso en ese momento un límite a la estancia de los profesores españoles en las secciones bilingües. Yo llevaba seis años allí y el límite se puso en esos seis años. Yo entendí que era lógico que se diera oportunidad a que nuevos profesores españoles ocuparan esas plazas en esas secciones bilingües. Como tenía una plaza como profesor en León decidí regresar a mi tierra.

– ¿Le costó adaptarse de nuevo al sistema de enseñanza español?
– Me costó adaptarme a la vida en Eslovaquia, aunque como te he dicho los compañeros me hicieron esa adaptación bastante fácil. Y luego, claro, cuando uno vuelve a su tierra después de haber estado seis años en otro país también me costó adaptarme a todo, al ritmo de la vida, que es diferente, a lo que son las clases, a las relaciones con los alumnos... Me costó bastante y creo que en cierta forma esa adaptación nunca termina porque uno siempre sigue echando de menos los buenos momentos que pasó en ese centro.

– ¿Cómo ha sido la integración de esas vivencias, de esas experiencias en Eslovaquia, con el resto de los temas que se abordan en el poemario?
– La relación para mí fue algo muy natural. Yo tenía claro que tenía que escribir esos poemas dando las gracias a todas mis vivencias y a todo lo que me había sucedido en Eslovaquia. Por la situación que estaba pasando en ese momento pues enseguida asoma, por las lecturas que tiene uno, el tema del paraíso perdido, el lugar en el que uno ha sido feliz y que termina añorando. Esa añoranza y la cantidad de recuerdos que uno tiene del lugar hace que uno se plantee cuál es el papel de la memoria y del recuerdo a la hora de aceptar la pérdida de ese paraíso. Y uno intenta asumir y tratar de gestionar esa pérdida. Esa lucha por aceptar la pérdida es lo que finalmente aparece en el poema. Y luego uno, conscientemente en mi caso, intenta que esa aceptación de la pérdida se haga de una forma serena y al final en cierta manera sea positiva.

– ¿Ya tenía publicaciones anteriores o ‘Pequeño cuaderno de eslovaco’ va a ser la primera en ver la luz?
– Va a ser mi primer libro publicado. He participado dos años en el recorrido romántico que se realiza en León en las fiestas y he participado también en un par de filandones en Armunia, pero se trata en realidad de mi primera publicación.

– ¿En qué consiste su actividad actual en un instituto de la capital?
– Yo ahora soy profesor del departamento de orientación del instituto Juan del Enzina. En concreto soy profesor del ámbito sociolingüístico en los dos cursos del programa del PMAR, que es un programa cuyo objetivo es ayudar a los alumnos que tienen problemas a alcanzar en 4º de la ESO el título de Graduado. Es una labor totalmente diferente de la que yo llevaba a cabo en Eslovaquia, pero muy enriquecedora.

– ¿Se le ha comunicado ya cuándo va a ser la entrega de un premio que consiste en 6.000 euros en metálico y la publicación del poemario?
– No me han dicho nada pero yo creo que va a ser a principios de diciembre. Aunque el dinero es importante lo que me hace verdadera ilusión es la publicación del poemario. Uno cuando se presenta a un certamen literario lo que busca, por lo menos en mi caso, es que se lo publiquen. Sin lugar a dudas esa es la mayor recompensa.
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