Enrique Salgado Gómez y los anteojos de Guillermo de Baskerville

Por José Javier Carrasco

21/02/2023
 Actualizado a 21/02/2023
Sean Connery en su caracterización del monje Guillermo de Baskerville en ‘El nombre de la rosa’.
Sean Connery en su caracterización del monje Guillermo de Baskerville en ‘El nombre de la rosa’.
La oftalmología es la rama de la medicina que analiza el ojo y sus enfermedades (frente a la corriente dominante, un enfoque exclusivamente fisiológico de los problemas de la visión, Aldous Huxley en ‘El arte de ver’, publicado en 1942, plantea lo conveniente que sería tener en cuenta otro factor esencial: la mente). La oftalmología está estrechamente relacionada con la óptica, esa parte de la física dedicada a estudiar las leyes y fenómenos de la luz. Se atribuye a Roger Bacon (1219-1292) la invención de los primeros anteojos para mejorar la vista cansada. Umberto Eco en ‘El nombre de la rosa’, detalla la forma de los que usaba el monje Guillermo de Baskerville: «Era una horquilla, construida de tal modo que pudiera montarse en la nariz de un hombre como el jinete en el lomo de su caballo o como el pájaro en su repisa. Y, por ambos lados, la horquilla continuaba en dos anillas ovaladas de metal que, situadas delante de cada ojo, llevaban engastadas dos almendras de vidrio, gruesas como fondo de vaso». Habrá que esperar hasta los años cincuenta para que aparezcan las primeras lentes de contacto de plástico, las populares lentillas, que permitían prescindir de las gafas derivadas del adminículo descrito por el escritor italiano.

Ciñéndonos a Occidente, durante la Edad Media en la Escuela de Medicina de Salerno se practicaba la punción para la operación de cataratas. En 1745, el oculista francés Jacques Daviel realiza la primera operación de cataratas mediante la extracción del cristalino con pinzas, técnica que da paso a la moderna cirugía oftalmológica y pone punto final a la práctica habitual hasta entonces de la punción. En 1851 el fisiólogo alemán Hermann Helmholtz descubre el oftalmoscopio, que permite examinar la retina en el fondo del ojo. En 1906 el oftalmólogo austriaco Eduard Konrad Zirm realiza la primera operación con éxito de trasplante de córnea. En 1916 Ignacio Barraquer ensaya una nueva técnica en la extracción quirúrgica de la catarata sustituyendo las pinzas por una ventosa. En Nueva York, en 1944, se crea el primer banco de ojos. En 1983 el belga Claude Veraart crea unas ‘gafas’ electrónicas para ciegos que emiten ultrasonidos que reflejan los objetos y son reconocidos por los invidentes. En los quince últimos años llegan la cirugía refractaria láser y las lentes intraoculares (LIO) en las operaciones de cataratas.

En las páginas de Tribuna del Diario de León del 18 de junio de 2012 el escritor José Luis Gavilanes informaba de su solicitud al Ayuntamiento de León para que le dedicara una calle a Enrique Salgado Gómez (1926-1997), al que definía como destacado oftalmólogo y humanista. Un empeño en el que Gavilanes no ha cesado desde entonces. En la breve semblanza que hacía de él, destacaba su aportación al descubrimiento de la microcirculación en la conjuntiva que permitía detectar enfermedades vasculares y cardiacas. Autor de algunas novelas y ensayos, dirigió una revista, ‘Miopía’, hoy desaparecida. Su padre, también oculista, se anunciaba en la última página del Diario de León del 14 de julio de 1931 al lado de una noticia sobre la proclamación del Estado Catalán que presidiría Macià. Y en la Universidad de Barcelona será precisamente donde Enrique Salgado Gómez se especializará en oftalmología y cirugía, y en Barcelona donde ejercerá su profesión y donde morirá, finalmente. Los insólitos juegos caprichosos del azar.
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