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‘Enredados’ tiempos en el PP

14/03/2021
 Actualizado a 14/03/2021
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Los de la camarilla ‘oficial’ del PP de León, ese clan de palo y tentetieso y, a veces, de pan y sardina, están, más que preocupados, temerosos. Desde que supieran que el ‘tronco’ y embajador de la Junta de Mañueco en la provincia, Martínez Majo, no podía optar, por estatutos, a la reelección de presidente del partido en el próximo congreso provincial, la desazón les empezó a reconcomer las meninges cual carcoma coleóptera. Y, oiga, el chiringuito se les tambaleó. Como se bambolean los juncos cuando llega el vendaval. En Valladolid también se percibió la misma sensación.

¿Y qué les quedaba a los del clan para seguir en el burro?, pues buscar un sustituto y ‘echarlo’ por delante, dicho sea en el argot taurino. Y le tocó abrir cartel y saltar al ruedo al alcalde de Villaquilambre con el beneplácito del adalid tapado. El mismo que se fue del nido por imperativos espurios pero sigue en la ‘pomada’ conspirativa. Tiene mano. En fin. A rey muerto, rey puesto. Y a dar la cara, chaval. A torear. De modo, que si alguien acaba empitonado y en el hule ese será él. Ellos, no.

Con este movimiento tan subrepticio como contaminado, a los del clan –a los de aquí y los de más allá del Manzanal– se les ha vuelto a caer la careta. Y ya van unas cuantas las veces que se les ve las arrugas. Ahora bien, como tampoco son torpes y saben que Javier Santiago Vélez, el alcalde de Almanza, senador y candidato ‘in pectore’ a la vacante presidencial les puede meter mano, ya percutieron los primeros obuses artilleros al amparo de la nocturnidad ‘enredadora’. Eso lo manejan al dedillo. Otra cosa es que los proyectiles exploten sobre el objetivo. O que, al final, en giro parabólico, como un búmeran, les caigan en sus propias narices. Nada es improbable.

Para enjuagar las conciencias (políticas) –lavarlas es cosa diferente– los de las máscaras caídas hablan de consenso, de unidad y de todas esas argucias infeccionadas. Pero el puchero, a fuego lento, lo tienen encima de la chapa bilbaína. De presidente, el zardino; de secretario con hilos, un berciano complaciente. Y el resto, de comparsa, en puestos subalternos y a la orden. Incluido, si procediera, el cándido de David Fernández, el ‘ahijado’ de Silván. Ese es el malicioso objetivo.

Los afiliados con derecho a voto –que los habrá sin esa posibilidad por impago de cuotas, la eterna canción– ya saben cómo se las gastan unos y otros. Cómo va la timba y en qué tapetes se juega. O más de lo mismo –y ahí están los resultados de las últimas elecciones y los recientes tiempos– o renovación sin atenuantes. Y otra cosa. Dicen los del clan que tienen en el bolsillo la bendición urbi et orbi de Génova. Falso. Más que el presidente Sánchez. Mucho más.
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