Enhebrar recuerdos

12/07/2022
 Actualizado a 12/07/2022
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Enhebrar una aguja que cosa pasado y presente requiere saber de costura. Los Romeros del Pantano saben qué hilo hay que ir cogiendo para matrimoniar ambos, y han hecho ya todo un manto de recuerdos que suma 14 romerías con la soltura que les da conocer la historia.

Deberían ser más, pienso, al ver caer cientos de pétalos al embalse de manos desnudas y agradecidas, después de llevar a pie de agua a los patrones de dos pueblos a los que, hace 64 años, se les pidió dejar de ser para taparlos con una plancha de hormigón y después convertirlos en un pantano. Bárcena y Posada delRío hicieron las maletas en 1958 con un nudo en la garganta que me apresuro a imaginar y devuelvo con el propio. Quinientos vecinos se dijeron adiós allí, no sé si nos volveremos a ver. Muchos presentían que no. El dolor del reparto geográfico podía más que el pensar en un reencuentro.

Magdalena y San Roque se quedaron fuera del agua para seguir velando por aquellospueblos generosos a los que se ve en el reflejo del embalse. Y a él vuelven cada año, aunque la pandemia haya hecho frenar su huella, para decirle a sus pueblos que mientras haya memoria, habrá recuerdo y con él vida. La historia berciana se quedó en un embalse del que, lo que sabemos es el porcentaje que lleva de agua como baremo de la sequía que tememos a cada grado de temperatura que sube, y que era testigo de encuentros románticos nocturnos en los noventa. Tal vez ahora también lo sea, aunque ya no esté de moda besarse con el murmullo de las olas de fondo. Siempre quedan nostálgicos. Por entonces era el refrigerador dominguero de los veranos de infancia que muchos recordamos, pero nunca supimos que nos sumergíamos pisando los techos de dos pueblos. Ahora que lo sabemos, la vista al embalse tiene otra dimensión.
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